Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 30 de junio de 2014

ACUEDUCTO INDEPENDENCIA, ¿COSA JUZGADA?


La SCJN hace volver  a Sonora, la Entidad gloriosamente revolucionaria, al Estado de Derecho, violentado a últimas fechas. Recobra su sitio de honor el nombre del general Plutarco Elías Calles, fundador de la organización partidista que hace un par de años regresó a la sede del máximo Poder político en México, célebre estadista que contribuyó a que la Nación dejara de ser un país de temperamentos veleidosos y pasara a ocupar el sitio de Nación de leyes y de instituciones.
El proceso sancionador en manos de CONAGUA, ordenado por el supremo Tribunal de Justicia establece el término de la imputación y señala hacia el punto final  de la controversia, haciendo valer que la célebre paradoja de Zenón se resuelva de tal manera que la tortuga, por fin, alcance al veloz Aquiles.
Se supera el dilema acerca de quién tiene la justicia de su parte. Y queda superado el enigma de si la SCJN favorece  la ilegalidad o bien si refrenda la clásica definición de justicia: el dar a cada quien lo suyo. Pero conforme a Derecho y no según el criterio subjetivo de cada individuo o grupo en particular.
Pierde sentido, en consecuencia, el infundio de que la Suprema Corte emite sus resoluciones al modo como lo hacía el oráculo de Delfos. La separación del cargo al funcionario en desacato fue, junto a la clausura de los trabajos de construcción del Ramal  Norte, decisiones en este largo proceso sancionador que hoy presumen los líderes triunfadores en una de las causas judiciales más inciertas del  candente Siglo.
La reciente multa fincada por CONAGUA, con motivo de graves violaciones a la Ley de Aguas Nacionales y su Reglamento, es un gozne más en esta larga cadena de  imputaciones cuyo capitulado llega, afortunadamente, a su fin final. 
El Acueducto Independencia se convierte, así, en el más onerosos de los proyectos de su género llevado a efecto al margen de la legalidad; el más audaz y temerario de cuantos se conozcan por sus disfraces de equidad y de justicia; el más procaz por esconder prácticas de enriquecimiento ilícito a manos de personeros, a la sombra del poder arbitrario y corruptor. En suma, es el de mayor peligrosidad para la paz social y la armonía entre ciudadanos.
Las sucesivas sentencias y resoluciones del Poder Judicial de la Federación, la SCJN al frente, tendentes a restablecer el Estado democrático de Derecho en Sonora, hacen de la construcción del Acueducto, de los daños ocasionados en el medio ambiental, de los abusos cometidos en contra de los productores del Valle del Yaqui, de las suplantaciones y los nefandos negocios de “cuello blanco”, el  más triste de los sucesos a recordar, la obra pública ostentosa y afrentosa que jamás habría que  realizar y el desdoro a la dignidad de las personas que nunca habrá de permitirse, con arreglo al imperio de la justicia jurídica y la legalidad.
Pasará, sin duda, a la crónica de la incuria y la irresponsabilidad de los autores directos y de sus asociados, a fin de propiciar el desgobierno en la Entidad. Pero hará historia y sentará precedente: será un “Yo Acuso”, por su rotunda contundencia  y ejemplaridad. Será translúcido expediente en cuanto a invocar la inviolabilidad del Derecho y la punibilidad a todo acto violatorio por aquellos que se atreviesen a desdeñar el juramento de: “Respetar y hacer respetar las leyes y sus reglamentos”.

Cosa Juzgada, caso resuelto será, en adelante, la resolución del supremo órgano de Justicia, con arreglo a la cual brilla, con inédito resplandor, la equidad institucional. La paz por medio del Derecho será, pese a todo, culminación del costoso y deplorable entuerto que ha hecho dudar, incluso, a los mejores espíritus acerca de si en la Entidad donde hizo camino al andar el fundador de la Nación de leyes, se sobrepondría la anarquía, la sinrazón y la arbitrariedad.