La
educación integral es patrimonio de la
sociedad: tiende a ser popular, por tratarse de un bien público en el que todos
participan y del que todos son beneficiarios. Su rectoría corre a cargo del
Estado, pero su cultivo y promoción tienen carácter comunitario. Ahí donde hay
personas con aptitudes y anhelos de saber, la enseñanza pública tiene tareas
que desarrollar, compromisos que cumplir y metas y objetivos que alcanzar.
Educar
es enseñar a crear. La nueva propuesta consiste en salir extramuros, incursionar
fuera de los planteles. Va en busca de
grupos que carecen de oportunidades a fin de cultivar su mente y su cuerpo. La
lectura y el deporte, prohibitivos en razón de la falta de espacios para
ejercitarse y libros al alcance, a la luz de la nueva teoría pedagógica son
bienes accesibles. La doctrina se inspira en el principio de que la educación
es patrimonio de todos y para todos.
Lo
novedoso está en que se hace de la enseñanza ya no una transmisión de saberes: del
maestro-comunicador al alumno receptor, especie de mesa-banco que escucha pero
no replica y menos es capaz de dialogar. En la práctica, se ejercitan habilidades
en común, se pone en juego el procedimiento de la concurrencia por parte de
padres, maestros, autoridades y
educandos.
A
partir de la nueva propuesta, se fomentan usos y costumbres, hábitos y formas
de acceso a los conocimientos y a las experiencias. En vez de alumnos pasivos y
discípulos fieles al “magister dixit”, se contribuye a
formar educandos en libertad y en responsabilidad, convencidos del método de:
“ver para creer”. La propuesta supone como principio de acción, la participación
colectiva; su desarrollo, por medio la inclusión en cuanto a edades,
capacidades, condiciones socioeconómicas y conceptos ideológicos, religiosos y
culturales.
En
el municipio de Cajeme, la propuesta educativa es de carácter incluyente, por
su forma como por su contenido. Incluye los recursos humanos sin distinciones o
preferencias. Y es incluyente por el aporte de incentivos económicos, becas y
estímulos para el desarrollo técnico, profesional y, en términos generales,
para la ocupación laboral. Los apoyos se relacionan con becas a fin de respaldar
la continuidad en los estudios, evitar la deserción escolar y devolver al
sistema de enseñanza su perfil de fecunda reserva de recursos humanos para el
crecimiento industrial y para el florecimiento de valores socioculturales, así
como de utilidad en los órdenes del progreso material.
En
la nueva propuesta pedagógica, las bibliotecas públicas adquieren una importancia
sin precedente, sin olvidar la hazaña del maestro José Vasconcelos, filósofo y
educador, que puso la primera piedra de la enseñanza abierta, laica, popular y
comunitaria, con su biblioteca de los clásicos. Por ese medio, fue posible que
lectores de la ciudad, del valle y de la montaña pudiesen tener a la mano a un
Platón, a un Cicerón, lo mismo que a un Cervantes o, posiblemente, a un Amado
Nervo o Rubén Darío. Pronto la Biblioteca Rodante de Cajeme será modelo a
seguir en aquellos ásperos y lóbregos parajes de la sierra sonorense y
chihuahuense en el Noroeste mexicano, si hay por ahí émulos del alcalde Díaz
Brown, el imaginativo y audaz munícipe cajemense que no deja de sorprender, una
y otra vez a sus gobernados, con iniciativas novedosas.
Creció
Cajeme a paso lento, pero seguro. Deja ahora de ser un municipio de pantalones
cortos que ingresa a la escena nacional e internacional. La siembra educativa
de hoy será feliz cosecha del mañana, configurada por una ciudadanía libre a
fin de elegir, responsablemente, proyectos comunes, precedidos de la
participación cívica con el aval de autoridades y ciudadanos.