Glafira Isabel, nuestra primogénita,
recibió el encargo de elaborar una agenda cuyos lineamientos, de carácter
educativo, implicaran la propuesta del Gobierno de la República para reformar
la enseñanza en sus diferentes grados y niveles. En perspectiva, puede
considerarse un mapa crítico y, en el fondo, una teoría de la enseñanza
sustentada en los clásicos de la educación universal, científica y humanística,
propulsora de ilustración y de progreso.
El encargo, por la Comisión Nacional de Libros de Texto
Gratuitos, se le conoce como Agenda CONALITEC. La edición fue destinada a directivos
y funcionarios que llevan sobre sí la misión de informar y formar a las nuevas
generaciones de mexicanos. Más que una antología de pronunciamientos aislados entre
sí, forman una estructura con sentido de continuidad, desde sus remotos
orígenes hasta nuestros días en los que palpita el hálito renovador de simientes
vitales que provienen de las fuentes del saber y el conocer.
Selecciona opiniones y juicios de
autores en los que subyacen ideas y doctrinas, conceptos y teorías, sobre los
que se ha construido el método de la pregunta y la respuesta, del no saber y
del saber, con el significado de responsabilidad por parte de docentes y
alumnos, de maestros y estudiosos, de guías del pensamiento, líderes morales y
cívicos, y comunicadores de la belleza artística.
Enero de 2014 transcribe el mensaje
luminoso de Kant: “Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser
hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace por él”. Asimismo, recoge
la tesis de Benito Juárez: “La educación es fundamental para la felicidad
social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento
de los pueblos”. Y se da presencia al proverbio hindú: “Con mis maestros he
aprendido mucho; con mis colegas, más; con mis alumnos todavía más”.
Febrero contiene lúcida advertencia,
motivo para la autorreflexión: “El futuro de México depende, en gran medida, de
lo que hagamos hoy por la educación de nuestra juventud y de nuestra niñez”. (Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018)
Es decir, no todo ha de ser derruir y aniquilar. Los
dirigentes educativos tienen ante sí la
tarea de construir y reconstruir, de edificar y reedificar. Así, “pars
destruens”, pero también “pars construens”.
Tiene la palabra Plutarco: “”La mente no
es un recipiente que llenar, sino un fuego que encender”. Y esto se compagina con
el pronunciamiento crítico, puntual e inmarcesible de nuestro maestro, el filósofo
y jurista, docente innovador en México, Guillermo Héctor Rodríguez. En abril:
“No se trata de enseñar a repetir, porque conocer no es reproducir. Conocer es
crear. Entonces educar es enseñar a crear. Vengan a trabajar, no a repetir,
educar es un trabajo creador”.
Aquí el eco kantiano es inconfundible. Y
va con la admonición del Plan citado, enmarcada en el mes de marzo: “Para mejorar
la calidad de la educación se requiere transitar hacia un sistema de
profesionalización de la carrera docente que estimule el desempeño académico de
los maestros y fortalezca los procesos de formación y actualización”.
Prosigue el registro antológico con el
proverbio africano, en el mes de mayo: “Para educar a un niño, hace falta la
tribu entera. Y para educar bien a un niño, hace falta una buena tribu”. Se
incluye a Paulo Freyre: “La educación será tanto más plena cuanto más sea un
acto de conocimiento, un compromiso ético y una experiencia estética”. Y así,
en los meses restantes emergen Locke y Bacon, Nietzche y W. Benjamin; Gaos y
Sarmiento, hasta cerrar, en diciembre, de nuevo con Kant: “La educación es el
desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su naturaleza es capaz”.
La Agenda será de gran utilidad, sin duda, para el
Secretario Emilio Chuayffet en sus discursos y entrevistas.