Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 1 de abril de 2013

CÉSAR CHÁVEZ, ADALID DE LA REFORMA MIGRATORIA






El nombre de César Chávez va íntimamente  asociado a la reforma migratoria en los Estados Unidos. Parecidamente, el nombre de Luther King se vincula con la revolución pacífica, jurídico-institucional, en el ámbito de los derechos civiles. Uno y otro son adalides, beneméritos ambos, en la heroica batalla por la dignidad humana.

El triunfo sobre la discriminación racial es, por hoy, precedente y condición de posibilidad para la eventual victoria de los millones de trabajadores del campo en situación infrahumana. En ambos casos, el objetivo ético-social, en resumidas cuentas, es uno y el mismo: la salvaguarda de principios y valores que han laborado y continúan haciéndolo en pro del progreso y el bienestar del país de los Lincoln y de los Kennedy.

Hace menos de un año, la tumba de César Chávez, el líder de los trabajadores huéspedes en la Unión Americana, se convirtió en monumento para glorificar su memoria. El presidente Barack Obama, testigo de honor en el acto, colaboró a fin de elevarlo al sitial de benefactor muy distinguido de la clase obrera en la nación donde la equidad enaltece a todos por igual y cuyo suelo es de oportunidad y de esperanza.

El 31 de marzo, fecha del natalicio de Chávez, ingresa al calendario nacional para conmemorar el legado de quien dedicó voluntad, lucidez en su labor intercesora y sacrificios personales sin fin a lo largo de su aún incomprendida misión, por parte del sector ultraconservador de los Estados Unidos.

Discípulo de Ghandi y Luther King, eminentes luchadores por la seguridad, el bienestar y el honor, César Chávez llevó al terreno de la experiencia social las inconformidades y protestas por la vía del derecho, inhibiendo todo brote de ilicitud y desalentando toda propensión terrorista disfrazada y aún encubierta por los impulsos de la desobediencia.

En la antesala de la reforma migratoria, por una parte, y en medio de diversos fuegos: el asunto de los acaudalados y ricos empresarios por un lado; por otro, el los trabajadores huéspedes, los trabajadores agrarios sindicalizados, en esa tesitura el tema de los inmigrantes ubicados al margen de la ley, adquiere especial interés para nosotros.

Y acerca de lo que tiene que ver con el “status” de los “trabajadores huéspedes”, el diferendo requiere  una gran dosis  de talento y mejor disposición para conciliar las posiciones extremas representadas por la Cámara de Comercio y la AFL-CLO.

Otro ángulo insistimos, es el de los asalariados mexicanos y centroamericanos, quienes emigran para desempeñarse temporalmente y son objeto de tratos discriminatorios por abusivos patrones del vecino país. El “viacrucis” se extiende desde el inicio de la aventura en la cual la muerte es inseparable compañía, hasta su “exitoso” arribo  al mal llamado paraíso y “sueño americano”.

En todo esto, la opinión del mandatario Barack Obama, da un respiro de tranquilidad en lo que se refiere a los trabajadores en condiciones de inequidad e injusticia laboral. “Los sindicatos y empresarios, declaró, no siempre están de acuerdo en cómo hacerlo, pero es un tema que puede resolverse”.

Sin duda, la capacidad de negociar entre representantes de republicanos y demócratas en el seno del Congreso puede hacer avanzar en el fragoroso camino hacia las metas de igualdad y equidad, a pesar de los adversos vaticinios en el umbral de la siempre conflictiva relación entre los dueños del capital y quienes tienen como medio de subsistencia tan sólo la destreza y la fuerza de sus manos.

César Chávez, no obstante los diferendos habidos y por haber, es signo polar que  orienta en la actual confrontación. Es ingente antorcha que ilumina el futuro para lograr beneficios entre los que poco o menos  tienen, y entre los discriminados que nada poseen.