El nombre de César Chávez va
íntimamente asociado a la reforma
migratoria en los Estados Unidos. Parecidamente, el nombre de Luther King se
vincula con la revolución pacífica, jurídico-institucional, en el ámbito de los
derechos civiles. Uno y otro son adalides, beneméritos ambos, en la heroica
batalla por la dignidad humana.
El triunfo sobre la
discriminación racial es, por hoy, precedente y condición de posibilidad para
la eventual victoria de los millones de trabajadores del campo en situación
infrahumana. En ambos casos, el objetivo ético-social, en resumidas cuentas, es
uno y el mismo: la salvaguarda de principios y valores que han laborado y
continúan haciéndolo en pro del progreso y el bienestar del país de los Lincoln
y de los Kennedy.
Hace menos de un año, la
tumba de César Chávez, el líder de los trabajadores huéspedes en la Unión Americana ,
se convirtió en monumento para glorificar su memoria. El presidente Barack
Obama, testigo de honor en el acto, colaboró a fin de elevarlo al sitial de
benefactor muy distinguido de la clase obrera en la nación donde la equidad
enaltece a todos por igual y cuyo suelo es de oportunidad y de esperanza.
El 31 de marzo, fecha del
natalicio de Chávez, ingresa al calendario nacional para conmemorar el legado
de quien dedicó voluntad, lucidez en su labor intercesora y sacrificios
personales sin fin a lo largo de su aún incomprendida misión, por parte del
sector ultraconservador de los Estados Unidos.
Discípulo de Ghandi y Luther
King, eminentes luchadores por la seguridad, el bienestar y el honor, César
Chávez llevó al terreno de la experiencia social las inconformidades y
protestas por la vía del derecho, inhibiendo todo brote de ilicitud y desalentando
toda propensión terrorista disfrazada y aún encubierta por los impulsos de la
desobediencia.
En la antesala de la reforma
migratoria, por una parte, y en medio de diversos fuegos: el asunto de los
acaudalados y ricos empresarios por un lado; por otro, el los trabajadores
huéspedes, los trabajadores agrarios sindicalizados, en esa tesitura el tema de
los inmigrantes ubicados al margen de la ley, adquiere especial interés para
nosotros.
Y acerca de lo que tiene que
ver con el “status” de los “trabajadores huéspedes”, el diferendo requiere una gran dosis
de talento y mejor disposición para conciliar las posiciones extremas
representadas por la Cámara
de Comercio y la AFL-CLO .
Otro ángulo insistimos, es el
de los asalariados mexicanos y centroamericanos, quienes emigran para
desempeñarse temporalmente y son objeto de tratos discriminatorios por abusivos
patrones del vecino país. El “viacrucis” se extiende desde el inicio de la
aventura en la cual la muerte es inseparable compañía, hasta su “exitoso”
arribo al mal llamado paraíso y “sueño
americano”.
En todo esto, la opinión del
mandatario Barack Obama, da un respiro de tranquilidad en lo que se refiere a
los trabajadores en condiciones de inequidad e injusticia laboral. “Los
sindicatos y empresarios, declaró, no siempre están de acuerdo en cómo hacerlo,
pero es un tema que puede resolverse”.
Sin duda, la capacidad de
negociar entre representantes de republicanos y demócratas en el seno del Congreso
puede hacer avanzar en el fragoroso camino hacia las metas de igualdad y
equidad, a pesar de los adversos vaticinios en el umbral de la siempre
conflictiva relación entre los dueños del capital y quienes tienen como medio
de subsistencia tan sólo la destreza y la fuerza de sus manos.
César Chávez, no obstante los
diferendos habidos y por haber, es signo polar que orienta en la actual confrontación. Es
ingente antorcha que ilumina el futuro para lograr beneficios entre los que
poco o menos tienen, y entre los
discriminados que nada poseen.