Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 22 de abril de 2013

ISRAEL: EN LOS 65 AÑOS DE SU INDEPENDENCIA


Celebró el Estado de Israel el 65 aniversario de su independencia como nación soberana,  en pleno goce de sus derechos y obligaciones propios dentro de la sociedad internacional. En México la embajadora, Dra. Rodica Radian Gordon, presidió la ceremonia y envió un mensaje refrendando la cordial amistad entre su país  y el nuestro. Con el proverbial brindis “Lejáyim!” (Salud!), se refirió a un futuro promisorio entre ambas naciones, no sin dejar de mencionar el entorno conflictivo en el Medio Oriente. Pero, acentuó, Israel sobrevive y pervive en sus hombres y mujeres, en su palpitante historia: innovaciones en las ciencias naturales y sociales, en la coexistencia  institucional e instituyente, en su política de cooperación y en la creatividad artística.
Un oasis en el desierto es el Israel moderno lleno de páginas imborrables escritas por Hermann Cohen, Albert Einstein, Hans Kelsen y el descubridor de la subjetividad existencial, Sigmund Freud, para mencionar unos nombres entre sus hijos más ilustres. 
Israel antiguo, ancestral, primigeneo, palpita en las páginas del Pentateuco desde las cuales, a nuestro juicio, se preparan hallazgos que repercutirán en los poemas fragmentados de Jenófanes y Parménides, emergentes en la aurora de la filosofía griega. Con los enunciados sobre el Dios único y lo Uno de los eléatas, preludio de la genial hazaña del pensamiento crítico, posteriormente incidirán aquellos atisbos en el método de la pregunta y la respuesta, así como en el luminoso capítulo que va de Anaxágoras a Sócrates, pasando por el movimiento renovador de los sofistas.
Hay un hilo de continuidad entre el Israel arcaico y el Israel moderno, entre la nación migrante de la esclavitud egipcia al  Estado actual, cuya audacia le ha hecho trascender acosos destructivos, por ejemplo, con Tito, el emperador romano, en los inicios de nuestra Era, después con la persecución durante la Inquisición hasta culminar en el Holocausto nazi, sin descontar el terrorismo islámico.
Afrontando con inaudito valor la consigna de ser lanzado al mar, el Israel de Golda Meir, de Simón Peres y de Gurión, de Menajem Beguin y Netanyahu, hace realidad, por medio de negociaciones, acuerdos y tratados, el sueño de los profetas antiguos y modernos, de Teodoro Herzl y Jaim Weizmann, como también de estadistas de la talla de Carter y Obama en nuestro tiempo. Prosigue el ideal de la “Paz Perpetua”, según al proyecto cosmopolita de Kant: la esperanza de un mundo mejor, con la sabia expresión de Popper.
“En sólo 65 años, dice la Embajadora Radian Gordon, Israel logró un desarrollo tecnológico y económico que lo posicionan hoy como uno de los países más avanzados del mundo”. Vencedor de la malaria, de la extremada escasez de agua, del crónico terrorismo, de la incomprensión política y religiosa, Israel ha logrado triunfos inobjetables en la política internacional, en la investigación literaria, en la educación agrícola, en la formación de técnicos en materia hidráulica; expertos en comercio internacional y turismo. En suma, ha participado ejemplarmente con iniciativas y propuestas, a fin de promover la paz como condición de crecimiento y  desarrollo de su población y la región circundante.
Atendimos la generosa invitación de la Embajada de Israel, por medio de la muy afable  Dolores Purón Mier y Terán (de Prensa y Cultura), a la ceremonia del LXV aniversario de su Independencia efectuada en el Centro Deportivo Israelí. Ahí evocamos, mi esposa Emma, mi nieto Eduardo Federico y yo, funcionarios y amigos de Israel: a Víctor Harel, a Shalom Golán y su bella familia, a Joseph Livne, ex embajador; en Jerusalén y Tel Aviv, en Belén, Tiberíades y los Altos del Golán, al gentil ArieComey y al inolvidable Ariel Roffe.