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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 25 de marzo de 2013

ISRAEL Y ESTADOS UNIDOS: LA ETERNA AMISTAD





Concluyó la visita del presidente Barack Obama a Medio Oriente entre presagios de paz en “Tierra Santa” y en la región asolada por el odio, la venganza y el terrorismo. El mandatario estadounidense invocó los lazos de amistad indestructible, dijo, entre su país y la patria de Abraham y de Moisés, mientras el presidente Shimon Peres enalteció los orígenes de Norteamérica como la realización del sueño bíblico a través de los Padres Fundadores. Creadores y recreadores de valores universales, de libertad,  tolerancia y de igualdad racial o étnica, en el encuentro refrendaron una alianza que trasciende intereses efímeros, económicos y de carácter material. Al término del periplo, Obama enterará a su pueblo cómo cumplió su misión, la forma en que contribuyó en hacer factible el ideal de la “paz perpetua”, y cómo se evitará que la firma de tratados se vuelva, al final de cuentas, la paz de los sepulcros.
Eterna amistad, la proclamada allá y búsqueda de la paz perpetua, no son sino formas de expresar impulsos afectivos permanentes que anidan en lo hondo de la voluntad humana y lo incondicional de la ardua tarea entendida como un fin final de la Humanidad.
Sobre lo primero,cabría transcribir lo escrito por Aristóteles en la Gran Ética: “La amistad, expuso, es un término medio entre la adulación y el odio o aversión. Su campo son las acciones y las palabras. Es adulador el que atribuye a otro, más cosas de las justas y de las que en realidad hay en él. Mientras que el que odio es el enemigo cercano, que echa por tierra hasta los méritos reales del otro… En medio de los dos, añade, está el verdadero amigo, el amigo genuino”.
Por cierto, en el concepto judío de amistad, lo perenne e indestructible desempeñan un papel esencial: como en el matrimonio. Así, la amistad para el hebreo es considerada lazo que sólo la fatalidad, la muerte, es capaz de destruir o dar por término.
Volviendo al encuentro en Israel, sin duda, por las mentes de Obama y del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, cruzaron las imágenes de la heroica lucha de Israel defendiendo su derecho a la sobrevivencia en el foro de la ONU, después de 1945,al igual que hace poco lo hizo en el organismo mundial con similar propósito y gallardía: Estados Unidos, recordó Obama, se sumó a la defensa de Israel por su derecho a existir, por el derecho de amparar a su población, y por salvaguardar sus fronteras, con seguridad, frente a toda agresión armada. “Nunca perderemos de vista la paz entre Israel y sus vecinos”, sentenció el estadista.
Hace poco más de tres décadas, el presidente egipcio Anuar elSadat realizó lo inconcebible: ir a Israel, temeraria misión de paz en medio de los embates terroristas abanderados por Arafat y su grupo beligerante. Inmediatamente después, en Camp David se firmó el histórico acuerdo de no agresión entre El Cairo y Jerusalén, resolución que hizo avizorar el principio del fin respecto de la milenaria hostilidad entre árabes y judíos. Nuevamente, desde los llamados a lanzar a Israel al mar, de la Yihad, hasta los muy recientes actos provocativos de huestes opuestas a la paz regional, Estados Unidos, la patria de los Lincoln y de los Kennedy; de estadistas de la talla de Obama, Peres y Netanyahu, vuelven a retomar las armas de la negociación y los principios del Derecho Internacional para hacer posible la convivencia, sin agresión bélica, entre las naciones involucradas en el proceso de paz. Y todo ello, con el fin de dar eficacia al sueño de Moisés, de Begin y de Sadat; de Peres, de Natanyahu y Obama; en suma, al anhelo supremo del filósofo del cosmopolitismo, Kant, y de su continuador, Hans Kelsen, el Newton de la moralidad entendida como normatividad jurídica, nacional e internacional.