Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 11 de abril de 2013

EDUCACIÓN CONTINUA Y PARO EN LA UNISON




Hay de paradojas a paradojas. Un ejemplo: barruntos de huelga, por enésima ocasión, en la Universidad de Sonora (UNISON), mientras se encuentra en marcha el Centro de Educación Continua (CEC-Cajeme) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), cuya dirección corre a cargo del Lic. Mario Saucedo Gómez. Por cierto, se comunica ahí, en estos días, la impartición, en local habilitado, del curso “Formulación y evaluación de proyectos productivos”.
Paro de actividades académicas, por una parte, en la principal casa de estudios, y por otra, actividades en el susodicho Centro con arreglo al cual se hace posible la actualización permanente de egresados en alguna profesión determinada. Se cumplirán 45 años, en breve, de la creación de este sistema de enseñanza a iniciativa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Ciertamente, nada ni nadie podrá impedir a docentes y trabajadores manuales hacer valer sus derechos en lo tocante a ingresos y prestaciones por concepto de los servicios que prestan: en este caso, a la institución que imparte enseñanzas con la finalidad de cimentar la grandeza de la sociedad de la que es cabeza pensante.
No obstante, hay caminos previstos en la ley laboral y en la normatividad orgánica interna, en cada centro de enseñanza, con el objeto de plantear las demandas y resolverlas por medio de la negociación y los acuerdos. En un país pobre en conocimientos, formación de técnicos y especialistas, donde la precariedad material va de la mano con la precariedad profesional, la educación está, debiera estar, por encima de cualquier propensión, gremial o sindical que la obstruya o la interfiera.
No todo está en agonía, sin embargo, bajo el supuesto de que la esperanza es lo último que habría de perderse. Por fortuna, en el Estado, abrumado por contradicciones y paradojas, se anuncia la actividad del Centro de Educación Continua (CEC-Cajeme) en la región por hoy víctima de los ciclones naturales y los vendavales del autoritarismo y los yerros de aprendices en el arte de mandar.
Mucho se espera del modelo educativo en cuestión (la Educación Continua), precisamente ahora, cuando la confrontación arrecia cada vez más y más amenaza con hacer efectos nocivos en zonas y regiones del país donde la marginación social y cultural, la pobreza convertida en miseria y la ignorancia prosperan apoyados en la prepotencia de caciques y la arbitrariedad de compradores de conciencias.
Michoacán, Jalisco y Zacatecas; Guerrero, Oaxaca, Tabasco y Chiapas, son ejemplo de cómo se quiere dar vuelta a las manecillas de la historia y de cómo se trata de hacer girar la brújula del poder hacia el pasado, conculcando cambios hacia el progreso y el bienestar. 
No caerán los beneficios buenamente de las alturas, como maná celestial. Todo es posible si se implantan, se abren expectativas de crecimiento y desarrollo por medio de la información y la impartición de enseñanzas nuevas e innovadoras, orientadas a la creatividad y a la libertad, con inéditos propósitos, proyectos e iniciativas.
Hoy los retos están a la vista. Para no ir muy lejos está latente el choque de la reacción contra la renovación, la pugna visceral contra la Reforma Educativa en ciernes. El acoso a las instituciones desde el poder público es de suyo inquietante, por no decir presagio y anticipo de impredecible violencia y desestabilización.
El Centro de Educación Continua (CEC-Cajeme) en este piélago de incertidumbre y desconfianza, es una ventana que se abre a la racional convivencia por la vía de la formación de ciudadanos y dirigentes públicos con vocación de servicio y dispuestos a renovar y actualizar su saber, destrezas y conocimientos.