Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 25 de abril de 2013

UNIVERSIDADES EN MANOS DE LA DELINCUENCIA





Primero en la UNAM y ahora en la UAM, la delincuencia hace de las suyas, siguiendo al efecto tácticas de viejo cuño bajo el patrocinio de intereses adversos y diversos a los  académicos propios de las instituciones públicas de enseñanza superior.
Protegidos por la impunidad, los provocadores de oficio invaden espacios administrativos y escolares, irrumpen en los campos universitarios, “violan” derechos académicos establecidos en la norma constitucional y tratan de colocar en el banquillo de los acusados a los líderes natos de las susodichas casas de estudios. Al parecer,ninguna autoridad quiere pagar el precio político en cuestión.
Luis Raúl González Pérez, abogado de la Universidad Nacional, reitera la denuncia penal formulada ante la PGR y cumple de oficio el enterar a los salteadores que la Casa de Estudios refrenda la acusación y da cuenta de las sanciones que el Tribunal Universitario les imputa, incluyendo la expulsión definitiva.
Poco antes, el rector José Narro, con su habitual estilo de llamar a la cordura, esta vez a quienes han agredido a la Universidad, expresaba su convicción de que es el diálogo la manera de atender las diferencias. Textualmente manifestó a los medios de comunicación: “Frente a la sinrazón, la imposición y la violencia, las respuestas deben ser dadas a partir de la inteligencia, el apego a la legalidad y la prudencia”.
En páginas impresas y  medios electrónicos, el mensaje-convocatoria del rector Narro se destacaron sus palabras enmarcadas en el enunciado que, por cierto, resuena en los oídos: “Defenderé a la UNAM con inteligencia, legalidad y prudencia”.
La inquietud, convertida en enigma que desconcierta al paso de los días y las horas, es en el sentido de si el gobierno de la República y la jefatura de Gobierno (DF) están  dispuestos, como es su obligación constitucional, hacer aquello que no se ha hecho por omisión, inepcia, complicidad y parsimonia, en vez de echar sobre la instancia universitaria todo el peso de la responsabilidad. A su vez, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) fue víctima, por unas horas, de atropellos a su comunidad por embozados cuya misión, a juzgar por los hechos, consiste en dislocar la paz y el orden académicos en sus recintos administrativos.
El rector de la UAM-Iztapalapa, doctor Javier Velázquez Moctezuma, llamó a los estudiantes de la mencionada Casa de Estudios a evitar la provocación por parte de los invasores que, no satisfechos con poner en jaque a la UNAM, trataban de extender sus nefastas acciones punibles a la hasta ahora apacible institución universitaria.
Apenas si habría que buscar cómo atar cabos entre las protestas tumultuarias de los sindicatos opositores a la reforma educativa (SNTE y CNTE) en proceso, como tampoco sería un quebradero de cabeza a fin de ubicar a los grupos contestatarios (entre otros “Yo Soy 132) que, con excesos de impunidad, irrumpieron antes de la pasada elección presidencial en calles y espacios públicos. Por enésima ocasión, es ineludible, apremiante, determinar quiénes los mueven, cómo se financian, y si se trata de un movimiento aparentemente heterogéneo que responde a propósitos aviesos comunes  y con orígenes idénticos, a pesar de la diversidad aparente de sus consignas y banderías.
No deja de ser una ventaja el hecho de que las agresiones contra las universidades públicas en el país ocurran al principiar el sexenio. Los poderes del Estado mexicano, así, podrán tomar las prevenciones aconsejables, actuar con atingencia y rapidez ante las acciones delincuenciales registradas y conducir la educación popular, laica y libre de atadura ideológicas de toda suerte, hacia puerto seguro. Hay una reforma constitucional en la materia. Ésta, ahora o nunca, debe ser convalidada a fin de mostrar ante todos su eficacia y viabilidad.