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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 8 de abril de 2013

ANARQUÍA Y VIOLENCIA ANTE LA REFORMA EDUCATIVA





La violencia y la provocación se extienden desde el Norte, en Sonora, hasta los confines del país en el sur, representado éste por Guerrero y Oaxaca. En la tierra de Elías Calles y en las entidades aludidas, hay quienes buscan fortuna en la contienda auspiciada por el conservadurismo provocador y anarquista de nuestros días.
En la UNAM, el síndrome del 68 hace amedrentadora presencia: la demagogia populista se envuelve en disfraz de progresismo social dentro del campus universitario, emulando así a la facción pretendidamente revolucionaria que izó banderas de cogobierno académico, hace medio siglo.
Esta vez la violencia ha sido sofocada en los planteles de enseñanza media superior, desde los cuales se atizaba la hoguera de la confrontación so pretexto de inconformidad con motivo de la reforma del bachillerato, primero en los colegios de Ciencias Humanidades para, enseguida, tratar de poner en jaque a la reforma diferida en la Preparatoria, desde los años 80. En 1968, desde el ancestral plantel educativo se dio comienzo a la tendencia injerencista y desnacionalizadora, frente a los cambios promovidos por el rector insigne, doctor Ignacio Chávez. Entonces se quiso derruir, de la noche a la mañana, los progresos logrados con singular tenacidad y visión de futuro.
Sin embargo, en este 2013 la Preparatoria ha salido ufana de las trampas emplazadas. Los colegios del CCH, a su vez, superaron los connatos de violencia, “inadmisible”, dice el rector José Narro. La primera, la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), culminó con ufanía y buen éxito los festejos por el 145 aniversario de su creación, y se apresta para efectuar la renovación del Plan de Estudios. Los segundos, en el CCH, conmemoran en relativa paz académica cuatro décadas de su fundación gracias a la gestión del ilustre rector Pablo González Casanova. 
José Narro Robles enalteció el sitio honroso que ocupa la Preparatoria de la UNAM, calificándola de “insustituible”. Definió su función como privilegiada: perdura en la memoria y el corazón de los universitarios. Silvia Jurado Cuéllar, continuadora de directivos cuyos nombres son aún recordados (Enrique Espinosa, Guadalupe Gorostieta, Ernesto Schettino Maimone, Lourdes Sánchez Obregón, entre otros), evocó en la clausura de los 145 años, la memoria de todos aquellos que “nos han dado nombre”, docentes que consagraron intelecto, “eros” pedagógico y emoción al servicio de la juventud en aulas y talleres de la Preparatoria.
Cierto: la reforma educativa afronta incomprensión, resabios de rencor y franca oposición, asimismo, en el ámbito de la educación que administra, y trata de liderar el Gobierno, exigiéndose privilegios y derechos que no existen; condiciones de excepción al margen de la legalidad.
Se califica a Emilio Chuayffet de advenedizo en el área de la educación básica, media y técnica superior. Se olvida su experiencia jurídico-política en los dominios del federalismo, válido en lo educativo y cultural del país. Y no se toma en cuenta que en su equipo destacan funcionarios en particular calificados para el avance de la Reforma en los prolegómenos de ésta: Fernando Migallón, ex director de la Facultad de Derecho (UNAM) y César Bécker Cuéllar, abogado experimentado, sobra decirlo.
Se pasan apuros ante los cambios en el enclave educativo en todos sus niveles. Pero el empeño, diligencia y voluntad del Presidente Peña Nieto, son garantía de eficacia: “la Ley no se negocia”, asegura. Y la eficiencia está en buenas manos. México, la sociedad nacional, los “paterfamilia” y los educandos libran la más ardua, compleja e insoslayable de todas las batallas: aquella que a la postre dará reciedumbre y gallardía a la nación dispuesta a vencer, con determinación y entereza, los rigores de la provocación, la violencia y los acosos.