Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







viernes, 29 de noviembre de 2013

EN MEMORIA: DESCANSE EN PAZ EL MAESTRO TIBURCIO REYES QUILANTÁN



Detuvo su reloj biológico y nos abandonó físicamente Tiburcio Reyes Quilantán, maestro muy distinguido, amado y reconocido por diversas generaciones de alumnos en aulas de colegios privados y de instituciones públicas de su segunda pequeña patria: en su Sonora querida.
Dijo adiós a sus familiares íntimos en la ciudad y puerto de Veracruz, asistido por su compañera de siempre, la maestra Felisa Díaz y la tierna compañía de Lupita, insustituible sostén del ejemplar matrimonio hoy ensombrecido por el doloroso luto.
Recibirá cristiana sepultura el próximo viernes en suelo sonorense.
Para quien esto escribe, los maestros Reyes-Díaz fueron y seguirán siendo, hasta el último minuto de la existencia, padre y madre sustitutos en la orfandad física  por la ausencia de sus progenitores.
 En la que es hoy Universidad del Pacífico y más tarde en Cajeme fueron para el suscrito, almas tutelares en las difíciles horas de la primera juventud,así como brújula orientadora hacia el saber y la digna convivencia. Fueron manos bondadosas y pródigas en lo espiritual y en lo material, solícitos; todo ello para facilitar el salir con buen éxito del bachillerato en el naciente Tecnológico del Noroeste (ITNO), ciertamente inolvidable cuna académica, previa en los estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Nada de lo que ahora es feliz y viviente realidad, familiar y personal, al lado de mis  seres amados lo sería, así, sin la protección generosa, sin el noble cariño paternal y maternal por parte de quienes ahora, su recuerdo, se ha visto ensombrecido por la fatalidad.
Mi esposa Emma, mis hijas y nietos comparten el dolor, la sensación que anonada, lo que hace vibrar la parte más sensible de los afectos. Quiero decir, lo que es inefable; lo que casi es imposible expresar.
Sobrevivirá, empero, el maestro Reyes Quilantán con la gratitud de todos aquellos que abrevaron en su sabia enseñanza y resultaron dignos discípulos en sus clases de retórica y de oratoria hasta resultar, algunos de ellos, triunfadores en concursos del Estado yen justas nacionales. No pocos hoy, sin duda, estarán rodeándolo en ceremonia póstuma allá en la añorada Cajeme, con merecida devoción, cumplido respeto y limpia admiración en su postrer despedida.
Los crespones de luto van en lo hondo del corazón. Los llevamos así, y así los seguiremos llevando todos quienes fuimos destinatarios de su eros pedagógico, de su asistencia vital y  de su diligente  apoyo.
Felisa, su acongojada esposa, maestra también y madre ejemplar nuestra, recibirá, no lo dudamos, los condolidos pésames de quienes han hecho y hacen de cada día un tejido de bondad, amor, afecto sin límites. Sin esperar nada a cambio.

Pero ha sido dicho: “Navigare necesse est”.  Así: “Es necesario, ineludible, proseguir”.