El reciente anuncio de
un vocero en el despacho presidencial, se explica a la luz de los cambios a
través de las reformas de Estado en acelerada marcha. El Derecho de Informar
tiene su correlato en las garantías de oír y ser oído con oportunidad y
objetividad, de enterar y ser enterado; en ejercer la capacidad de estar o no
de acuerdo. En suma, expresa la convicción de dar eficacia a la democracia con
plenitud de participación, corresponsabilidad y libertad; sin cortapisas
simuladas, arbitrarias y soterradas.
Una revolución, toda
revolución implica que la circulación de las nuevas ideas, propuestas y respuestas sean expeditas y
audibles, al alcance de la población involucrada ante los vientos de cambios.
Toda innovación, particularmente si es pacífica, institucional, de abajo hacia
arriba o transversal como se gusta decir, requiere de la difusión como su
principal aliada en torno al sentido y alcance de la transformación social,
política y cultural. El mutismo, la pasividad receptiva y el oportunismo no van
con el impulso hacia la renovación, al cambio y a la continuidad. Al progreso y
apertura hacia lo mejor.
Tras la revolución en
Nicaragua, Guillermo Rothschuh Villanueva publicó “Los medios: El ojo
revelado”, obra en la que da cuenta y razón del impacto del movimiento armado y
sus efectos en la evolución de los medios y su interacción con la sociedad en
el siglo XXI. A su vez, Javier H.
Contreras Orozco, académico chihuahuense de lúcida trayectoria
periodística, director de “El Heraldo” (OEM), entregó a la letra impresa “Los
Informantes. Documentos confidenciales de la guerrilla en Chihuahua)”, libro de
palpitante actualidad, en el que ilustra
acerca de la guerrilla en Ciudad Madera: su origen, despliegue y resonancias
fuera de la Entidad, con entrevistas
directas e informes. Todo ello, fundamentado en investigación documental de
valor y certidumbre indudables.
El Fondo de Cultura
Económica, entre otras prestigiadas casas editoras como Siglo XXI, Porrúa, Juan
Pablos, sin olvidar a la UNAM, faro luminoso y esclarecedor en todas las ramas
del conocimiento, cuenta en su catálogo de obras “Sociología de la
comunicación” (2003), en cuyas páginas el lector toma aliento intelectual para
internarse en escritos sobre temas clásicos como el asumido por Michel
Foucault:“Discurso y verdad en la antigua Grecia” o en el ensayo del francés J.F. Revel “El conocimiento inútil”, Premio
Chateaubriand 1988.
Por cierto, el FCE tiene al
frente como su director general al dinámico, versátil y experimentado hombre de
ideas y de letras, al sonorense José Carreño Carlón, licenciado en Derecho, cuya
trayectoria en la trinchera de la información se remonta a los tiempos de
Ramírez y Ramírez en el periódico “El Día”. Muy conocida es su labor de
académico de la Universidad Iberoamericana (UI), con maestría y doctorado en comunicación, en universidades europeas.
Vocero del expresidente Salinas de Gortari, Pepe Carreño es diligente
comunicador desde la letra impresa así en popular canal televisivo, por lo que
se espera de él una fructífera labor comunicativa y de
difusión en el FCE.
El dato noticioso sobre el
nuevo vocero presidencial expresa que estamos, es de esperar, en los umbrales
de una etapa inédita en la democracia nuestra a juzgar por el contenido de las
iniciadas reformas de Estado. Se abre un capítulo en donde el Derecho a la Información
adquiriría congruencia con el derecho de opinar, a fin de que no devenga todo
en cambios para ocultar, mutilar o deformar las ideas, juicios y visiones de lo
cotidiano con dimensiones de perdurabilidad.
Que el vocero no se
convierta, así, en festiva figura como la del comunicador de Vicente Fox, quien para confundir la
opinión ciudadana repetía: “Lo que el Presidente quiso decir…”