Es prematuro aún para hacer
balance de la gestión presidencial y para difundir pronósticos acerca del nuevo
rumbo de la Nación, pues el despacho recibido de manos de
la última administración, de infausta memoria, daba la impresión de estar a
punto de disolverse en mil pedazos.
Envuelto en un caudal
inaudito de reformas, la nueva Presidencia hace hasta lo imposible a fin de
proseguir un rumbo que es mucho más que “golpe de timón”. Se trata de dar el
viraje hacia un océano de posibilidades, aunque lleno de acechanzas y peligros
reales y latentes. Habrá que navegar como un moderno Ulises entre el Scilas y
el Caribdis.
Acosado desde dentro por el
conservadurismo que se debate en agonía, y provocado por el anarquismo de
izquierda desde fuera, el mandato reformista continúa contra viento y marea el
proyecto de cambio bajo el fuego cruzado y la confrontación abierta de grupos
oligárquicos asociados con el intervencionismo
trasnacional.
Desde dentro, por la táctica
de gobiernos estatales que todavía se mantienen en el poder, epígonos del
panismo “calderonista”, táctica para retener y regatear los presupuestos a
cientos de empobrecidos municipios, con el fin de hacerlos sucumbir por
inanición, exhibiéndolos como incapaces para gobernar; es decir, impedidos para
contener la delincuencia, realizar inversiones productivas y entregar las obras
públicas que exige la población.
Desde fuera, a través de
provocaciones con el claro objetivo de obligar a la represión y a la violencia
de Estado, con efectos semejantes a los del ´68, bajo la idea asimismo de pedir
auxilio a los confabulados de ultramar como en tiempos de la Generación de la
Reforma.
De manera similar a lo
ocurrido en aquella gran Generación los huracanes de la reacción mantienen aún
la quimera de recobrar las canonjías perdidas y atemorizan a la población con
males mayores en caso de respaldar la reforma de Estado emprendida en este
controvertido año. Los amotinados de la izquierda radical, por su lado, hacen
hasta lo imposible para evitar el ridículo y salvarse de uno más de sus
grotescos intentos para hacerse del poder.
A pesar de las limitaciones
ideológicas de esta generación del cambio comparada con su similar y
predecesora de los tiempos del Benemérito en que figuraba, al lado del
planificador Guillermo Prieto, un ilustre hombre de ideas y de letras de la
talla de Altamirano, en la desigual batalla toma la reacción alas contra la
reforma y se hace festinar aún sobre su
posible victoria en el mediano; inclusive en el plazo inminente.
Pero lo volvería decir César, al igual que antes de
cruzar el último bastión en su crucial carrera. Según sus propios términos, “la
suerte está echada”.
En efecto, la travesía ha
comenzado bien. El capitán de la nave ha comenzado la ruta por el principio,
pues no siempre que se comienza se hace desde el principio: de ahí las
enmiendas, los parches y los “addenda”; las correcciones de último momento para
cubrir los desatinos.
Las iniciativas emanadas
desde la Presidencia van hacia buen término. La Educativa se propone dar a la
enseñanza el sentido de la creatividad responsable al involucrar a los alumnos,
a padres de familia y a quienes se han considerado mentores, guías en el arte
de aprender pasivamente las primeras letras hasta llegar a los umbrales de la
educación profesional. En la reforma hacendaria a fin de evitar la “ley del
rastrillo”; es decir, todo para acá. Y
en la política, en suma, para impedir que lleguen al poder los ineptos y malversadores
de bienes públicos: los haberes de la Nación. Y así sucesivamente.
Y como en tiempos de Juárez,
hay caminos por hacer, ideales y proyectos que asumir. Patria que honrar y
defender.