Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 2 de diciembre de 2013

REFORMAS Y CONTRAREFORMAS: A UN AÑO DEL CAMBIO




Es prematuro aún para hacer balance de la gestión presidencial y para difundir pronósticos acerca del nuevo rumbo de la Nación, pues el despacho recibido de manos de la última administración, de infausta memoria, daba la impresión de estar a punto de disolverse en mil pedazos.
Envuelto en un caudal inaudito de reformas, la nueva Presidencia hace hasta lo imposible a fin de proseguir un rumbo que es mucho más que “golpe de timón”. Se trata de dar el viraje hacia un océano de posibilidades, aunque lleno de acechanzas y peligros reales y latentes. Habrá que navegar como un moderno Ulises entre el Scilas y el Caribdis.
Acosado desde dentro por el conservadurismo que se debate en agonía, y provocado por el anarquismo de izquierda desde fuera, el mandato reformista continúa contra viento y marea el proyecto de cambio bajo el fuego cruzado y la confrontación abierta de grupos oligárquicos asociados con el intervencionismo  trasnacional.
Desde dentro, por la táctica de gobiernos estatales que todavía se mantienen en el poder, epígonos del panismo “calderonista”, táctica para retener y regatear los presupuestos a cientos de empobrecidos municipios, con el fin de hacerlos sucumbir por inanición, exhibiéndolos como incapaces para gobernar; es decir, impedidos para contener la delincuencia, realizar inversiones productivas y entregar las obras públicas que exige la población.
Desde fuera, a través de provocaciones con el claro objetivo de obligar a la represión y a la violencia de Estado, con efectos semejantes a los del ´68, bajo la idea asimismo de pedir auxilio a los confabulados de ultramar como en tiempos de la Generación de la Reforma.
De manera similar a lo ocurrido en aquella gran Generación los huracanes de la reacción mantienen aún la quimera de recobrar las canonjías perdidas y atemorizan a la población con males mayores en caso de respaldar la reforma de Estado emprendida en este controvertido año. Los amotinados de la izquierda radical, por su lado, hacen hasta lo imposible para evitar el ridículo y salvarse de uno más de sus grotescos intentos para hacerse del poder.
A pesar de las limitaciones ideológicas de esta generación del cambio comparada con su similar y predecesora de los tiempos del Benemérito en que figuraba, al lado del planificador Guillermo Prieto, un ilustre hombre de ideas y de letras de la talla de Altamirano, en la desigual batalla toma la reacción alas contra la reforma y se hace festinar aún  sobre su posible victoria en el mediano; inclusive en el plazo inminente.
Pero lo volvería decir César, al igual que antes de cruzar el último bastión en su crucial carrera. Según sus propios términos, “la suerte está echada”.
En efecto, la travesía ha comenzado bien. El capitán de la nave ha comenzado la ruta por el principio, pues no siempre que se comienza se hace desde el principio: de ahí las enmiendas, los parches y los “addenda”; las correcciones de último momento para cubrir los desatinos.
Las iniciativas emanadas desde la Presidencia van hacia buen término. La Educativa se propone dar a la enseñanza el sentido de la creatividad responsable al involucrar a los alumnos, a padres de familia y a quienes se han considerado mentores, guías en el arte de aprender pasivamente las primeras letras hasta llegar a los umbrales de la educación profesional. En la reforma hacendaria a fin de evitar la “ley del rastrillo”;  es decir, todo para acá. Y en la política, en suma, para impedir que lleguen al poder los ineptos y malversadores de bienes públicos: los haberes de la Nación. Y así sucesivamente.

Y como en tiempos de Juárez, hay caminos por hacer, ideales y proyectos que asumir. Patria que honrar y defender.