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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 22 de noviembre de 2011

LA ALTERNANCIA EN EL 2012: LA HORA DE LAS IZQUIERDAS






Por Federico Osorio Altúzar

A menos de ocho meses, los más recientes sucesos políticos apuntan a un desenlace final, previsible, en torno a la sucesión presidencial. Los protagonistas tienen ya nombre e identidad: Andrés López Obrador por el PRD y Enrique Peña Nieto por el Revolucionario Institucional. El Partido Acción Nacional (PAN) queda a la zaga.
Marcelo Ebrad no se dejó seducir por el canto de las sirenas, según expresión de Manuel Andrés. Y, por decisión propiam se convierte en el estratega número uno de la campaña de López Obrador, cuyos primeros discursos producen la impresión de ser una alternativa ideológica que tocará fibras sensibles entre la reserva ciudadana llamada “de los independientes”.
Es posible que Manlio Fabio Beltrones y su equipo de operadores políticos asuman su papel su papel de coadyuvantes en la campaña en pleno vuelo, de Peña Nieto, y colaboren sin reticencias en la reconquista de Los Pinos, misión factible a juzgar por la cada vez más desdibujada competencia interna dentro del PAN. En el PRI, hay tácito entendimiento: se trata de unir. Los consejeros del casi candidato único sabe, por amargas  experiencias, que vale más sumar y multiplicar. Todo a su tiempo.
La virtual derrota del PAN en los dominios de Michoacán se interpreta ya como la muy probable derrota del PAN en el venidero 2012. Pues una década en el máximo poder político local no fue lo suficiente para consolidar el predominio en el solar de la izquierda, como tampoco doce años de permanencia en Los Pinos habrán servido para cimentar un gobierno de élites al servicio de la clase pudiente. Una golondrina, en efecto, no hace verano.
Michoacán fue un reducto de poder político disputado por el PAN con la  esperanza de persuadir al electorado nacional de la supremacía ideológica de su organización política para derrotar, en los comicios federales, a su más próximo adversario, al PRI, en plena recuperación y prestancia con su abanderado mexiquense en plenitud de recursos logísticos y con propuestas constructivas en lo político y lo social. 
Por otra parte, el mensaje de López Obrador a sus correligionarios y a la audiencia nacional, es conmovedor. Cala como anticipada lluvia veraniega en la ávida esperanza de millones de electores. En esencia, es la proclama de un retorno a las ancestrales propuestas de justicia y equidad.
La propuesta “Primero los pobres” se reviste de una retórica remozada con dedicatoria a los marginados en lo interno y como también, con destino a los integrantes de la protesta de los indignados en el entorno internacional. En otras palabras, la lucha de clases como punta de lanza  deja su lugar a la concertación  de intereses y al acuerdo, a fin de promover la recuperación social y económica, y recobrar una posición de respetabilidad y competitividad en el seno de la sociedad mundial.
Se revierten, entre tanto, los términos de la lucha por el poder presidencial. López Obrador ya no es, por lo visto, el peligro para México, según la admonición de Felipe Calderón. En el discurso actual del candidato de las izquierdas, el riesgo verdadero, el riesgo real y latente, sería la permanencia del PAN al frente del Ejecutivo federal, la continuidad de las derechas y el predominio del neoconservadurismo en el poder.
Hay, sin duda, coincidencias ideológicas entre PRD y PRI. Hay una aproximación tangible en esa visión política preelectoral, en donde el partido a vencer será el que logre coherencia, persuasión y certidumbre entre los ciudadanos víctimas de la marginación y sobre todo entre los miles y miles de jóvenes que ingresan a la edad de sufragar, para quienes es preferible la política de la verdad en vez de la verdad de la política. Le mentira propagandística queda al descubierto, tras dos décadas de frustración y derrumbe del Estado de bienestar y de la ineficacia del Estado benefactor.