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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 24 de mayo de 2011

VERACRUZ: EMPORIO MEXICANO PARA LA INVERSIÓN


                                                              Por Federico Osorio Altúzar
Vuelve la entidad veracruzana a ocupar un sitio de honor en los indicadores del desarrollo social, económico y político del país. La gira presidencial por el Estado, lo verifica. Empresarios ven ahí tierra promisoria. Avizora productividad y bonanza para las familias en extremo olvido. En el ingenio azucarero de Tres Valles, se pone en marcha el cogenerador eléctrico a base de energía de bagazo de caña, ejemplo de cómo paliar desastres termonucleares. Cómo cooperar para contener el deterioro ecológico y la extinción de vida en nuestro planeta.
Todavía flamante gobernador, coartífice del programa “Adelante”, mediante el cual se propone dar por terminada la estrategia clientelista del soborno electorero, la retórica populista insensible ante quienes llevan el estómago vacío y soportan el lastre de la insalubridad, Javier Duarte de Ochoa convoca a los inversionistas de México y a los capitalistas del exterior a que concurran a  la entidad que gobierna, a fin de colocar sus capitales en tierra buena que asegura confiable recuperación. Con ese efecto, enuncia razones y argumentos. Se compromete a honrar sus compromisos políticos al frente del Ejecutivo y no hay duda de que los veracruzanos y los empresarios habrán de enaltecerlo en caso positivo.
Afirma Duarte que Veracruz ofrece la suficiente seguridad jurídica para que las inversiones logren
el objetivo de hacer del Estado uno de los polos de desarrollo más importantes del país. Su gobierno se hace garante de la seguridad y certidumbre para la inversión; honestidad en la administración de los recursos; eficiencia para alcanzar los objetivos de empleo, arraigo de los pobladores; seguridad social y educación. Cita como ejemplo, la planta laminadora FAT 3.
La recuperación socioeconómica de Veracruz requiere de cuantiosos recursos económicos por varios miles de millones de dólares: así la reconfiguración de la refinería de Minatitlán; igual en la Cuenca del Papaloapan el cogenerador eléctrico del ingenio azucarero. En el sureste, la modernización de Pemex para generar beneficios sociales. No para grupos de particulares.     
El Estado de Veracruz no es casi el paraíso. Es, para decirlo de una vez, el paraíso. Tierras feraces, ríos y lagos sorprendentes, llanuras prodigiosas. El subsuelo alberga riquezas al parecer inagotables. La historia patria se ufana de hazañas que tuvieron lugar en su territorio: el primer municipio libre en suelo americano; las Leyes de Reforma, base del liberalismo y para instaurar el Registro Civil; cuna de la Ley Agraria de 1915 y escenario desde el cual se expulsó al invasor Maximiliano y al dictador Porfirio Díaz.
La cultura en México estaría incompleta sin un educador de la talla del maestro Enrique Rébsamen (mexicano nacido en Suiza), sin un poeta del talento de Salvador Díaz Mirón,  impulsor del romanticismo literario; sin un tenaz periodista como don Juan Malpica Silva y sin la presencia de un Ángel Trinidad Ferreira, laborioso comunicador, connotado por su capacidad analítica y gran sentido de lo pertinente. Claro ejemplo de bonhomía.
En cálido regazo de Coatepec se mecieron los primeros días del más grande filósofo mexicano del siglo XX, Guillermo Héctor Rodríguez: neokantiano, implacable crítico, olvidado por cierto de grupos inefables y rodeado de inexplicable ingratitud; polemista de muy altos vuelos frente a los apologistas de figuras consagradas como Platón, Descartes, Husserl o Marx, entre muchos otros.
Por último, Veracruz dio a México el primer mandatario civilista, Miguel Alemán Valdés y el presidente austero, proverbial por su honestidad, dotado de inigualable espíritu festivo, don Adolfo Ruiz Cortines. Hoy su mandatario lo proclama como emporio de inversión productiva, segura y con diáfana dimensión social.