Por Federico Osorio Altúzar
Nieto del ilustre escritor don Salvador Azuela, fundador de género literario que hizo brillar talentos como el de Juan Rulfo, Salvador Azuela Arriaga, abogado, catedrático y universitario, hace lúcida contribución a las letras nacionales mediante un libro de impresionante actualidad: “En una ciudad de plata” (Gernica, 349 p.)
De manera similar a “Historia de un maletín negro”, de A.J. Cronin, de cuyas páginas emerge el drama minero en una región de Gales del Sur, que el genial escocés conoció en el desempeño de su labor de médico, así Salvador Azuela se inspira en sucesos abstraídos de circunstancias enmarcadas en espacios y tiempos constatables de nuestros días.
Si los personajes dan la impresión de tener vida, vigor y presencia, como si fuesen interlocutores del tráfago cotidiano, esto se explica por tratarse de relatos y descripción de escenas que se desprenden de la existencia diaria, de la experiencia convertida en desafío y reto permanentes.
Durante sus viajes a Taxco, Guerrero, Nueva Rosita, Coahuila y a San Luis Potosí, Azuela Arriaga hace acopio de la información que traslada al quehacer literario, al igual que su insigne antecesor, quien así lo hacía en sus recorridos durante la gesta revolucionaria como médico, pero en particular como testigo ocular de sucesos en donde la injusticia y la arbitrariedad, la inequidad y los abusos de caciques y hacendados, darían inspiración a “Los de Abajo”, novela de testimonios imperecederos impresos con tinta imborrable en páginas luminosas de la gran novela sobre la rebelión armada.
“En una ciudad de plata” conviven mujeres y ancianos, niños y hombres, todos ellos, desde su particular condición y específicas expectativas, envueltos en el clima laboral que deriva del tráfago de productos los del subsuelo, el indetenible ir y venir de las cuadrillas, la movilización de enseres y personas. Uno se imagina escuchar el sonar de las campanas de la iglesia y de los centros escolares mientras pasa de una página a otra, de un apartado al siguiente.
Ahí, el trabajo y el riesgo, la vida, la enfermedad, el agobio cotidiano se suceden unos a otros. Ante los más recientes hechos de consternación y luto ocurridos en el estado de Coahuila (Pasta de Conchos y la Minera de Sabinas), el libro de nuestro autor adquiere relevante interés, presencia literaria en donde la ficción se enlaza con la patente realidad, haciendo posible en trazos de singular expresividad dramática en unos casos, metáforas alusivas en otros, la revelación de la susodicha realidad impregnada de anhelos y esperanzas, frustraciones y sueños suscitados en medio de zozobras, desvelos, angustias y dolor, todo lo cual hace del trabajo en las minas una especie de reto diario para vivir frente a frente de amenazas acechantes con todo y los peligros letales.
Libro y autor nos hacen volver a los ochenta y a los inicios de los noventa en el plantel de La Viga; a los ratos irrepetibles en “Los Delfines”, rodeando una amplia mesa del acogedor lugar, en amigable convivio: Salvador Azuela, director durante dos periodos del plantel “Ezequiel A. Chávéz”, Alejandro Carbajal, José Castillo Farreras, Miguel Manzur, Enrique Moreno Armenta, Amadeo Peralta, Miguel Arroyo Santander, y quien esto escribe. Todos, por cierto, profesores de Filosofía, con excepción de Salvador, catedrático de Historia.
Marco Antonio Labra, secretario de Difusión Cultural de la ENP, dice: “En una ciudad de plata” ´se da a luz a una sociedad actual con sus temores y anhelos, con sus aciertos y complicaciones, en el marco de una problemática actual, la vida de los mineros en México´. Angelita González, directora de Gernica, expresa que la editorial a su cargo cumple, así, la misión de divulgar obras valiosas de autores mexicanos.