Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 30 de julio de 2018

REANUDACIÓN DE CLASES: ENSEÑAR A CREAR


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Rinde, en lo general, avances y logros la reforma educativa planteada y enfilada en este sexenio, para su pronta aceptación y resolución. El Presidente Enrique Peña Nieto entra a la posteridad por la puerta grande; es decir, si se analiza y toma con seriedad en el recuento de su administración los avances registrados a lo largo del sexenio.
La UNAM, desde hace siglo y medio, preside el progreso incesante de la sociedad mexicana. A través de la Escuela Nacional Preparatoria, con el doctor Gabino Barreda, hizo propia la segunda revolución cultural europea (la primera es representada en Grecia por la Atenas de Pericles).
Fue entonces en aquel atardecer del siglo XVIII, cuando la enseñanza media superior incorporó el espíritu científico en la nómina de materias, convirtiendo el dogma en hipótesis y la educación eclesiástica en un formato humanístico que no ha cesado de abrirse paso por encima de todas las ideologías habidas y por haber.
Agosto es, ahora, el mes de reinicio escolar.
La Preparatoria acaba de realizar un ejercicio de introspección destinado a sumarse a las reformas educativas y a presidirlas con signo propio.
Si educar es enseñar a crear y no a memorizar las clases, entonces el terreno está en condiciones de dar sus mejores frutos.
Hasta hace muy poco, el maestro era el sacerdote que oficiaba sin que nadie lo interpelara. “Magister dixit”, divisa incuestionable, hacía de la escuela, una continuación de la revelación y una forma más de imponer criterios por encima de cualquier argumento, afirmación o mera suposición.
Si educar es enseñar a crear entonces el diálogo sofístico o socrático se convierte en vía para que el maestro deje la palestra del absolutismo y el alumno el papel de oyente sin voz ni voto.
La creatividad cesa de ser la forma o el método para imponer ideas providenciales e inconmovibles.  Es camino que se hace al caminar como quería el poeta. Los objetos de conocimiento ya no son expresión eterna como el cielo de Platón para quien la verdad está por encima de los hombres y la virtud es alcanzable por unos cuantos. Elegidos por un ser, asimismo, eterno e inmutable.
Descrito lo anterior, volvemos a lo que realiza la Preparatoria de la Universidad para reasumir su liderazgo educativo, con el objetivo de presidir los avances señalados y de acuerdo a sus más altas metas: formar al universitario como un ciudadano confiable y copartícipe del progreso, el desarrollo con bienestar social.
De ese modo, la Preparatoria universitaria ha realizado encuentros y acciones comunicativas para difundir valores éticos y teóricos que permitan la identidad y el ejercicio de la libertad por medio de los conocimientos.
Si enaltece la importancia de las novedades digitales es con la finalidad de afianzar la creatividad y el cultivo libre de las ciencias y las humanidades. Lo mismo habría que decir de la apertura de las bibliotecas al estudioso que inicia su aventura en el mundo del saber.
Los alumnos han dejado de ser, en este sentido, mesabancos y escuchas sin libertad de opinar; los alumnos y los docentes dictadores de verdades absolutas que han dejado de valer hace mucho tiempo.
Encuentros para hacer causa común en cuanto al abandono de la enseñanza propedéutica como una escuela de timoratos, incapaces de pensar por cuenta propia y dar razón de lo que se dice y reflexiona.
 Bien por este esfuerzo previo a la reanudación de clases en todos los niveles. El diálogo y no el monólogo. La discusión y el no estar de acuerdo en todo. El derecho a opinar y exponer puntos de vista propios, sin temor al rechazo y a la discriminación.