Todo
indica que los Estados Unidos están siendo llevados por su Presidente, Donald
Trump, hacia caminos similares a los asumidos por la Madre Patria, Inglaterra.
El BREXIT hace posible la comparación.
La
única diferencia está en que Gran Bretaña ya no es la reina de los mares. Y Estados
Unidos es aún cabeza del imperio mundial.
El
retiro voluntario, unilateral, de Norteamérica como miembro de la UNESCO, marca
la primera gran conmoción.
El
sueño del presidente Wilson y su contribución a la creación de la Sociedad de
Naciones se vuelve punto menos que imposible en nuestros días.
Pero
¿la UNESCO sin uno de sus miembros principales, los Estados Unidos? ¿La propia
ONU sin la presencia del sostén que representa el organismo promotor de la
ciencia, la educación y la cultura universal?
Ahora, hoy en día,
se juega parecidamente la sobrevivencia de la entidad reguladora del comercio
en América del Norte.
Canadá
da la impresión de poner todo de su parte a fin de que el TLCAN se sostenga en
sus funciones de núcleo en torno al cual giren compromisos y acuerdos, mismos
que sean pivote de beneficios y relativa equidad entre los suscriptores.
No deja de ser
perturbadora la intervención del ejecutivo estadunidense en el área de las
relaciones exteriores, las de su país con el resto del mundo.
De
imán poderoso para conjuntar voluntades jurídicas entre naciones emergentes de
conflictos mundiales, a la fecha el Tratado se convierte en muralla que hace
imposible, al menos obstruye, la relación cordial y contemporizadora entre los
Estados y países.
Y no
es cuestión insignificante el retiro de Estados Unidos de la UNESCO. Está de
por medio el enlace pacifista y la cooperación en materias que determinan el
desarrollo y el progreso de naciones que acusan atraso y rezago en asuntos relevantes.
En lo general, se sienten vacíos en materia de solidaridad y tendencias hacia
el aislamiento y la soledad, con sentido abrumador. Dichos vacíos alientan la
rivalidad cuando no la soterrada violencia.
Se
presienten rachas huracanadas como las que azotaron en tiempos de la primera
Guerra Mundial.
Por
lo que a nosotros toca, no faltarán, en caso dado, los atizadores de rivalidades y venganzas anónimas
como las que motivaron las “ofertas” en acecho de propuestas temerarias. El
telegrama Zimmermann revolotea entre los provocadores, con la tentativa de
abrir brechas entre naciones cuya vecindad a corta distancia ha de ser de
convivialidad bien entendida.
Negociar
lo negociable es la divisa en estos días de incertidumbre y zozobra, entre las
naciones involucradas en el TLCAN. Negociar aquello que haga compatible el
bienestar común y el progreso sustentable.
Tratar
de imponer condiciones lesivas al crecimiento de alguna de las partes es
inoperante como apoyo a los acuerdos entre las partes. Así, la pretensión de
acaparar beneficios en forma unilateral. O bien, la de hacer valer la cláusula de
una vigencia del Tratado, de naturaleza limitativa y perentoria, de la cual se trate
de obtener beneficios en el corto plazo para alguno de los contratantes.
Involucra
el TLC temas como la migración y el empleo. Sin embargo, hay pendientes como el
de la minería y los efectos negativos inminentes de contaminación de ríos y del ambiente que
requieren de constante vigilancia y revisión.
Tiene
riesgos el multilateralismo, pero aún más la construcción de murallas por
malentendidos y disfrazadas negativas a la cooperación y la equidad.
La
negociación relacionada con el TLCAN es una resonante llamada a la conciencia
de los líderes mundiales. México, ´por su parte, hace un papel dignificante y reconstructivo.