A veintiún
años de su fallecimiento, el 8 de este mes, Bernabé Navarro Barajas sigue
dictando su cátedra doctoral no sólo en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM sino en diversos centros académicos de habla hispana.
Su
traducción y edición del “Aristóteles”, de Ingemar Düring, informa y forma en
las bibliotecas universitarias donde el helenismo filosófico ilumina, estimulando
horizontes del mundo clásico, con la finalidad de ahondar en las raíces de la
cultura antigua y el propósito, asimismo, de encontrar nuevas e insondables vetas.
Le
llevó alrededor de diez años la portentosa tarea, misma que vio culminada al
publicarse la versión española en 1987. Tres años después, se produjo la
primera reimpresión con sello de la editorial universitaria. Poco más de mil
páginas integran el total del volumen aludido.
Tengo
conmigo el ejemplar dedicado por él, con la generosidad académica que siempre
le caracterizó, y que no he podido dejar de incluir en esta remembranza: “A mi
muy distinguido antiguo alumno, ahora colega en la Filosofía, Federico Osorio,
recordando aquel año en el Tecnológico
del Noroeste y deseando que profundice en el pensamiento de quien llegó más
hondo en los temas del Ser y de Dios”.
Menciona
al ITNO, prestigiada casa de estudios en Ciudad Obregón, Sonora, a la que llegó
para dictar cátedras en su año sabático de 1958, Griego, Ética y Filosofía en
México, las cuales disfrutamos como alumno de la segunda generación del recién
fundado Instituto Tecnológico de Sonora.
Seis
años después fuimos privilegiados con su enseñanza en la Facultad de Filosofía
y Letras de la UNAM en sus clases sobre el pensamiento de Kant, cuya teoría había
abrevado en su curso de doctorado en la Universidad de Munich, Alemania, con
los maestros Reinhard Lauth y Max Múller. Proseguía la cátedra del maestro
Emilio Uranga fallecido por aquel entonces.
Fruto
de la estancia de nuestro maestro en la patria del kantismo, es el libro suyo
editado en coedición (UNAM y Fondo de Cultura Económica) “El desarrollo fichteano
del idealismo trascendental de Kant” (Anuario de Filosofía, 1975).
Asistió
al acto conmemorativo del bicentenario de la publicación de la “Crítica de la
Razón Pura” de Kant, efectuado en el Auditorio de la Coordinación de
Humanidades, Ciudad Universitaria, en
1981. Ahí dictó su conferencia magistral, En Memoría, nuestro inolvidable
maestro, don Guillermo Héctor Rodríguez.
En
dicha reunión-homenaje, estuvieron, entre muchos otros, Rafael Moreno, Luis
Bojórquez Castro, Álvaro Cepeda Neri, Ariel Peralta, Francisco Duarte, Irma Cué
de Duarte, José Herrera Madrigal, Aurorita de Herrera, Ulises Schmill Ordóñez,
Roberto J. Vernengo.
Infatigable,
acucioso, diligente estudioso de la filosofía griega al igual que del pensamiento
alemán, su tesis doctoral es fuente insoslayable de consulta a fin de
comprender, por caso, la importancia de
Fichte en el existencialismo que predomina en las obras de Martín
Heidegger.
De
su dominio en la lengua alemana recordamos la mención del doctor Robert S.
Hartman respecto al doctor Navarro, según la cual era el investigador mexicano
que ejercía, con mayor certidumbre, el idioma de Goethe en el Instituto de
Investigaciones Filosóficas.
A los 73 años dejó de existir. Con su partida
queda la noble impresión de su bonhomía, sencillez y generosidad en la
impartición de enseñanzas filosóficas, en las que había acentos de un
escolasticismo tamizado por las tesis emanadas de la filosofía crítica de Kant,
el máximo pensador de la segunda Ilustración occidental..
Poco
menos de tres semanas antes de su deceso, departimos con él, mi familia y quien
esto escribe, horas de solaz y feliz compañía en la apacible casa de su
hermano, el pintor Rafael, en la cálida población de Cocoyoc.