Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 27 de noviembre de 2016

EL GOBERNADOR CORRAL Y LOS PUEBLOS MARGINADOS DE CHIHUAHUA

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Entre los retos que aguardan al mandatario Javier Corral Jurado está el clamor, cada vez mayor, de las comunidades marginadas.
El Estado Grande pasa por ser una de las entidades de la República en donde la incomunicación predomina sobre todo en los sitios más apartados de los centros urbanos y periféricos de la civilización.
No se trata de carencia de carreteras y caminos vecinales, en vías de  extinción.  Más bien, el rezago consiste en la inexistencia de enlaces telefónicos y en la nula instalación de redes de señalización con capacidad para transmitir habilidades de manera instantánea y  de enseñanzas prácticas.  En especial, para contener a la criminalidad disfrazada.
No sólo tarahumaras, guarajíos y pimas son núcleos humanos afectados por la marginación, en los cuales a la ausencia de medios de comunicación se suma la pobreza extrema. Son poblados y aldeas  en los que el mestizaje permite un desarrollo peculiar, con escuelas, centros de salud y formas  propias de convivencia.
En esas localidades el crecimiento sin desarrollo es el más vivo ejemplo de un proceso de abandono programado al servicio de la acumulación de bienes y riquezas en pocas manos. Es decir, ilustra el grado de sometimiento inducido y de un proceso sin límites de empobrecimiento, sólo de sobrevivencia.
Abundan aquí y allá los aserraderos que sobrepasan en edad a la de los pioneros que los hicieron florecer con su trabajo cotidiano; se multiplican los centros agropecuarios en barrancas y sitios inaccesibles que, por cierto, dan sustento a consumidores urbanos. Pero al lado de las mencionadas formas de vida civilizada no hay las correspondientes que hagan posible la cultura del bienestar compartido, la      
del flujo instantáneo de información, de enlaces accesibles que permiten la comunicación inmediata y que facilitan condiciones de seguridad y de integridad para el disfrute de una existencia digna de ser vivida.
Así, los retos del mandatario Corral Jurado se multiplican en una sociedad de contrastes, en un Estado que padece corrupción extrema y encara condiciones indignantes para los pobladores de la montaña y de las sobreexplotadas regiones que se extienden hacia las fronteras con Sonora y Sinaloa, enclaves en donde impera el crimen organizado y hay escenarios de secuestros y robos, violación a los más elementales derechos humanos.
Al flamante gobernador espera el tener que vérselas con desafíos de parecido tamaño que los encontrados en el manejo de los recursos públicos. Y bien le hará a su administración naciente realizar visita a los parajes en donde la civilización se detuvo sin testigos ocultos y manifiestos. Sería el primer gobernador del Estado que hiciera ahí acto de presencia.
De gran apoyo será su presencia en lugares en que hay comunidades perdidas en el olvido, como no sea para recabar los votos electorales que han servido a la cauda de políticos afamados por el ejercicio de un poder sin escrúpulos, sospechosos por su injerencia en negocios ilícitos.
De origen político contrario al que ha predominado en la Entidad y de personajes de sano abolengo cultural como el heredado por el cofundador de la Escuelas Nacional Preparatoria hará pronto 150 años, el maestro don Porfirio Parra, bien le quedaría al ejecutivo de Chihuahua hacerse acompañar de la recién electa munícipe de Moris, Perla G. López Pérez, con el propósito de escuchar de viva voz a los pobladores de Bermúdez y de las Mesas Colorada, del Agua, de Abajo y de los cordones aledaños a los del Estado de Sonora,  que toman rumbo a Sierra Oscura y a las proximidades de la tradicional y bella urbe de  Álamos.

Allá escucharán el clamor de los chihuahuenses marginados, apremiados de los avances y de las tecnologías modernas, de la informática, de la comunicación a distancia, hoy obstruidas por la prepotencia del crimen organizado.