Septiembre y octubre son meses de la Patria y de la Raza. Asimismo son meses de informar, oportunidad a fin de que los ciudadanos dejen de ser convidados de piedra. Es ocasión para opinar, calificar y valorar; tiempo de oír epítetos en subido tono y una que otra expresión laudatoria.
En Sonora, el informe del
alcalde Rogelio Díaz Brown arrancó aplausos de los integrantes de la clase
política regional cuando el funcionario se refirió al Acueducto Independencia,
manzana de la discordia que divide a los sonorenses en potentados del norte del
Estado y en pobres (unos no tan pobres como parecería) del sur. Entre éstos los
indígenas de la Tribu Yaqui convertidos en punta de lanza del crucial
enfrentamiento. Y ahora objeto de una consulta para muchos manipulada con la
venia de los ricos terratenientes y políticos metidos a empresarios, “de
nomine”.
Por cierto, esto en mucho le
va al munícipe cajemense quien, dígase lo que se diga, ha sacado la cara con
entereza, y responsabilidad, en defensa de los sureños con motivo de la
arbitraria conducta del “gobernador” Padrés Elías tocante a la construcción
ilegal de la multicitada Presa. La
resolución del Tribunal Agrario para detener las obras de la Presa Pilares en
el municipio de Álamos, es un testimonio fehaciente. Habla de suyo.
En Chihuahua, tierra de
contrastes que hoy en día motiva al encomio por la resolución de acatar las
normas laborales en relación con la llamada CNTE, por otra parte impresiona la
conducta de autoridades que dan lugar al luto decretado por tres días con
motivo de la desgracia reciente que se abate sobre numerosas familias por
irresponsabilidad negligente de quienes tienen el deber de preservar
la seguridad de las personas.
Pero no todo es adversidad, pesar y contrición lo que
emana de estos informes otrora festín para unos cuantos comensales: los
políticos, venales unos; honestos y con
oficio otros, sin duda aconsejados por quienes conocen las técnicas o artes en
la profesión de administrar bienes
materiales y recursos humanos.
En los confines de la
Entidad, colindando con Sonora y Sinaloa, escondido entre montañas, arroyos,
bosques de pinos, encinos y madroños, un
munícipe que ya ha hecho la hombrada de pacificar su jurisdicción, alentar
cultivos tropicales en donde hay condiciones climáticas para ello; un alcalde
que ha emergido de su pueblo y conoce las urgencias sociales que apremian, da
pie para hablar de la nueva generación de jóvenes políticos que, sin llegar al
límite de los cincuenta años, cuenta con experiencia política y administrativa
para distribuir con equidad y pertinencia los recursos. El aludido funcionario
público, Martín Pérez Campos rendirá, de manera muy próxima, su último informe
municipal cuyo contenido, se dice en los corrillos políticos de Chihuahua,
ciudad capital, tendrá miga para comentar. Seguramente tendrá estrechamente que
ver con los destinos del Proyecto Estratégico para la Seguridad Alimentaria
(PESA)
El caso es que Pérez Campos,
por segunda ocasión presidente municipal de Moris en la empinada sierra
norteña, expondrá a los pobladores de la extensa demarcación qué hizo en los
tres años de su gobierno, cómo impulso la educación desde la cabecera
municipal, poniendo el ejemplo de colaboración (no cogobierno) con la
asistencia de los padres de familia en la tarea de educar, enseñándoles a crear
condiciones de vida participativa con maestros, alumnos y
autoridades, precisamente hoy en que la educación pública afronta letal y
corrosiva crisis.
El alcalde hará la última
aparición ante sus gobernados con la cara en alto, en una tesitura en la que
continuará su valiosa labor. Y ahora que mucho se habla de agua, de recursos hidráulicos, con todo y las
conocidas calamidades, dará la campanada de la prevención en aquella localidad.