Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







miércoles, 26 de junio de 2013

TODOS A UNA, COMO EN “FUENTEOVEJUNA”



De nueva cuenta el presidente municipal de Cajeme, Rogelio Díaz Brown, sale a la palestra en  defensa de los pobladores de su jurisdicción, y del sur de Sonora, en plena  batalla contra la ilegalidad, la inepcia y el atropello del gobierno estatal. El munícipe pone ejemplo y refrenda la tesis en el sentido de que al ilícito debe imputarse la consecuencia; es decir, que al agente del daño debe llamarse a cuenta con el fin de resarcir los efectos a que haya lugar y con el propósito de que brille, con luz propia, la justicia legal. De esa forma, y sólo así, podría haber continuidad y vigencia del Estado de Derecho.
El “Yo acuso” de Díaz Brown es el mismo que se escucha haciendo coro en voz de miles  de modestos y prósperos productores agrícolas, víctimas de amenazas que van de la intimidación al confinamiento, de la precariedad a la miseria, del acoso físico al apremio económico; en suma,de la escasez a la cruel hambruna.
Todos a una, como en Fuenteovejuna de Lope de Vega, señalan al inmediato autor y responsable del conflicto. Todos a una gritan, indicando hacia donde debiera estar el oído atento y los ojos diligentes para ver por el bienestar de todos, con sensibilidad y liderazgo, con visión de Estado; dispuesto para atender las demandas de los ciudadanos con arreglo a Derecho, según ha de suceder en un Estado de Leyes y no en un territorio en el que imperen consejas y temperamentos
Todos a una, al igual que en Fuenteovejuna, los cajemenses liderados por su Alcalde, Rogelio Díaz Brown, reclaman no sólo que se ejerza el principio de legalidad y constitucionalidad, en tiempo y forma, sino que se restablezca la normalidad quebrantada intempestivamente por el Ejecutivo estatal. Exigen en coro que se otorgue lo suyo a cada quien con arreglo a Derecho; que se hagan valer las resoluciones judiciales incumplidas por Guillermo Padrés, por hoy principal autor del régimen de arbitrariedad y anarquía que viven los sonorenses.
En suma, todos a una, parecidamente en esto a Fuenteovejuna, piden se acelere el proceso a fin de poner en el banquillo de los acusados a quien o a quienes resulten  responsables, y corresponsables del agravio contra los sureños de la entidad, concretamente del Valle del Yaqui. Todos a una demandan Juicio Político contra los culpables del ultraje que se enseñorea, con lujo de impunidad, en el Estado vanguardista de la posrevolución.
Y mientras se incuba el encono y el rencor en una Entidad dividida por el autoritarismo, la inexperiencia política y emponzoñada por la confabulación y la corrupción, entre los que abanderan el derecho a la inconformidad, víctimas del mal gobierno, crece y se multiplica, día a día, el germen de la rebeldía colectiva y se motiva, para bien o para mal (sin duda para esto último), a la justicia por mano propia, con los efectos que esto implica.
Se olvida paladinamente, por otra parte, el tema crucial del impacto ecológico, el asunto prioritario del deterioro ambiental, la tarea de la prevención tocante al cuidado del entorno natural. Sin embargo, aún es tiempo para que este tema ocupe un lugar destacado, el que socialmente le corresponde, y a fin de que técnicos y científicos especializados en este particular sean convocados por las autoridades.
El propósito sería el de efectuar estudios pertinentes relacionados con el uso y aprovechamiento del agua y con la idea de evaluar las consecuencias que podrían derivarse del actual conflicto. Y así, prevenir resultados funestos e irreparables en la salud, la productividad agropecuaria y en la economía regional.
El Derecho a la Información tiene aquí una excelente oportunidad,con el objeto de hacer prevalecer, frente al silencio y al mutismo circundante, su validez y plena eficacia.