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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 4 de marzo de 2013

LA REFORMA EDUCATIVA: 20 AÑOS DESPUÉS




En el distante año de 1992, se promulgó el decreto a fin de elevar a rango federal la educación básica en el país. El entonces subsecretario de Planeación Educativa (SEP), Esteban Moctezuma Barragán, anunció que se trataba de una resolución histórica: el rescate del espíritu del Constituyente de 1917.
No quedó ahí la emotiva declaración del funcionario. Hizo, asimismo, un apasionado resumen acerca de lo que llamó avances constatables en la prestación del servicio educativo público. La sociedad vibró al unísono con aquel mensaje innovador que hacía de la educación palanca modernizadora del México finisecular.
Moctezuma Barragán hizo vislumbrar un futuro venturoso para los marginados del país, en particular para los pobladores de zonas en donde viven grupos indígenas sumidos en el abandono desde los tiempos del educador de los pobres, José Vasconcelos.
En más de 15 puntos, el subsecretario condensó el progreso educativo nacional. Entre otros, subrayó el de la educación secundaria con carácter obligatorio; la reformulación de los planes y programas de estudio en la enseñanza básica; la renovación del contenido de los libros de texto. El establecimiento de la carrera magisterial.
Enalteció como logro especial el programa permanente de actualización magisterial, mencionó la promulgación de la nueva Ley General de Educación. Y señaló como paso decisivo para fortalecer el régimen de la enseñanza laica, gratuita y obligatoria, el incremento del presupuesto federal educativo hasta alcanzar un 7.5 por ciento en términos reales.
Moctezuma sentenció: “Todo lo anterior se deriva de un acuerdo de enorme trascendencia entre la Secretaría de Educación Pública, los gobiernos de los Estados de la Federación y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación”. Esto puede leerse en “La educación pública frente a las nuevas realidades” (FCE, l993, 234p.)
Veinte años más tarde, el escenario de la educación pública nacional causa estupefacción. Para empezar, la dirigente del Sindicado Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) está bajo indicios de corrupción y manejo ilícito de las cuotas sindicales. Los afiliados a la organización preparan legítimos reclamos a fin de conocer el destino de sus recursos aportados durante varios lustres.
No es todo. Las preguntas se suman como en cascada. ¿Qué ocurrió con los fulgurantes avances de los que alguna vez habló y dejó por escrito el subsecretario Moctezuma Barragán? Por ejemplo, sobre la carrera magisterial: acerca de la actualización de los planes y programas de estudio, en relación con los libros de Texto.
¿No hubo oportunidad para deslindar la actividad de los empleados administrativos de la función docente que desempeñan los profesores en activo? ¿Qué ocurrió con la declamada carrera magisterial? ¿Qué pasó con las buenas relaciones entre la SEP y el SNTE?
En la década de los 80, la UNAM (“Mater et Magistra”) dio ejemplar cátedra acerca de cómo vincular la actividad de los trabajadores manuales y los docentes. Emprendió una movilización que culminó en la reforma constitucional abanderada por el rector Guillermo Soberón y respaldada por los poderes del Estado, a la cabeza el Ejecutivo Federal representado por el presidente López Portillo. Hizo valer las letras de la Ley, con gesto imperturbable, el entonces abogado general, Diego Valadés Ríos y en funciones, posteriormente, Ignacio Carrillo Prieto, autor del libro “El personal académico en la legislación universitaria” (UNAM, 1976)
Pero todo indica que se retoman las lecciones del pasado. El subsecretario Fernando Migallón, ex director de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, puede contribuir a despejar el incierto panorama en el preámbulo de la reforma. El secretario Emilio Chauyffet sigue puntualmente las modificaciones al orden constitucional. El presidente Peña Nieto expresa firmeza a toda prueba.