Por Federico Osorio
Altúzar
Año
de festejos académicos, de reminiscencias
y evocaciones cívicas es, desde sus inicios, este 2012. Se festejará con
mesas redondas, exposiciones, obras bibliográficas y teatrales, semblanzas y
memorias; exposiciones y conciertos. La Preparatoria, hija entrañable de la
UNAM, celebra 145 años de su creación, suceso inolvidable por varias razones.
Representa el triunfo de la idea liberal, buen presagio de su culminación en
1910, para enseñar, investigar y comunicar en forma libre los contenidos
novedosos en ciencias y humanidades. Ejemplifica la victoria de la autonomía
del espíritu frente a toda intromisión ideológica. Es símbolo de la
restauración de la República, de la expulsión de los invasores y de renovación
en la fe y la esperanza.
El
rector José Narro convoca a fin de que este 2012 sea año para reflexionar,
evaluar y transformar lo modificable en el seno de la institución, con la firme
disposición destinada a fortalecer sus cimientos y hacer más luminoso y
esplendente su rostro en estas horas de difícil transición.
Por
su parte la Directora de la Preparatoria, Silvia E. Jurado Cuéllar, exhorta a
los preparatorianos a convalidar su máxima prioridad como institución educativa
en los principios de la formación integral, invocando la letra y el espíritu
del decreto fundador del Presidente Juárez en el sentido de que “difundir la ilustración en el pueblo, es el medio más
seguro y eficaz de moralizar”, y para que desplieguen airosas las libertades y
el respeto a las leyes.
Ambos,
la directora de la Preparatoria y el Rector, llaman a los universitarios a
celebrar el aniversario como lo que es: un triunfo, hazaña del siglo XIX junto
a la de la Independencia, una gran victoria frente al imperio de los dogmas
habidos y por haber: los que derivan de la ignorancia, la sujeción religiosa y
la postración por medio de la intriga y la provocación; y por la fuerza de
las armas.
La
presencia en la ceremonia inicial, de reconocidos universitarios, a la cabeza
el Rector Magnífico, Guillermo Soberón Acevedo; de connotados ex directores de
la ENP, Moisés Hurtado, Enrique Espinosa Súñer, José Luis Balmaseda, Héctor
Herrera León y Vélez, dieron realce motivador a fin de indagar en aquellos
hilos subterráneos, a través de las últimas cinco décadas, que justifican el
sentido de continuidad, progreso y
pervivencia, en todo lo referente a la siempre rediviva, indisputable y férrea
voluntad de instauración renovadora. Y en lo que alienta entre sus hijos
actuales, directivos y maestros: sus constantes afanes de superación y
excelencia, con abnegada ejemplaridad.
Parecidamente
a lo ocurrido hace casi siglo y medio, México afronta una crisis de identidad,
de estabilidad institucional y zozobra frente a las acechanzas políticas y
económicas del exterior. En medio de inusitada confusión, en un mar de
indefiniciones cívicas con repercusiones socioculturales que permean en el
ámbito educativo, los mexicanos volvemos la mirada ahíta de frustración e
insatisfecha por motivos múltiples, en lo intelectual y lo material, hacia
donde más de una vez hemos buscado y encontrado apoyo, lucidez y respuestas
pertinentes y eficaces.
La
Universidad, “Mater et Magistra”, no nos es ajena o extraña. Nunca lo ha sido.
Con el Presidente Juárez, la Escuela Nacional Preparatoria refrendó las Leyes
de Reforma, convalidó la separación histórico-universal entre Estado e Iglesia,
hizo espléndida defensa de la soberanía patria en la persona de quien sería su
primer director, Gabino Barreda, cuyo célebre discurso en Guanajuato, el 16 de
septiembre de 1867, fijó tesis políticas, marco rumbos filosóficos, anticipó
doctrina pedagógica y proclamó, al lado del Benemérito, que México no es tierra
baldía para invasiones, arbitrariedades. Ypara ensayos de los aprendices de
dictador.