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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 4 de julio de 2011

CÉSAR DUARTE: PLANIFICADOR DEL ESTADO MODERNO DE CHIHUAHUA


Por Federico Osorio Altúzar

Quedaron atrás los tiempos en que la acción de planificar se inscribía en esquemas, por un lado del fascismo; por otro, del marxismo comunista. Ha pasado la moda según la cual si bien se planificaba con la izquierda, se administraba con la derecha, denotando con ello que una cosa es la ideología y otra la aplicación en el campo de la experiencia.
W. Lippman (“Planeación contra democracia”) y F. A. Hayek (“Camino de servidumbre”) fueron acervos críticos de la planeación por considerar que implicaba  autoritarismo propicio a la dictadura. Ch. Merriam (“En el orden del día de la democracia”), declara, al contrario, que el verdadero dilema está más bien entre planeación por compulsión dirigida o por inducción.
Mencionamos lo anterior, con motivo del Plan Estatal de Desarrollo 2010-2011 presentado por el Ejecutivo de Chihuahua, César Duarte, ante una sociedad cimbrada  por la insania criminal, exasperada por el flagelo del acoso serial de sicarios y testaferros; víctima de azoro, pero resuelta a levantar la voz, indignarse e indignar a sus autoridades para lograr los anhelos de paz y recuperación. 
A un año de gobernar con arreglo al método de la constitucionalidad de la legislación y la legalidad de su ejecución (Kelsen), el mandatario chihuahuense ha superado lo que a sus antecesores llevó más tiempo de lo razonable. A los violentos ha contestado con la fuerza de la ley; no con el arma de la palabra falaz,  menos con la evasión, la complicidad o la vil impunidad.
La ley punitiva que manda cadena perpetua a salteadores y suplantadores, es la primera moción imperativa, no la única, del Gobernador, con dedicatoria a los traficantes y criminales de toda laya. El derecho penal  no es punta de lanza para cobrar venganzas, ni escudo para ocultar a los agentes infractores de la paz, la seguridad y la dignidad de las personas. Hombre de leyes, ha colado al Estado sacudido por la violencia y la criminalidad organizada, en el ojo de la tormenta misma, exhibiendo la cínica complicidad, la indefensión propiciada desde las alturas, a fin de salvaguardar los bienes materiales, y en particular, el bien más preciado por excelencia: la vida humana. Cumple con resolución y oportunidad el compromiso de tutelar las garantías a una existencia productiva, creadora y motivada por los ideales de justicia jurídica, progreso y equidad social. Lo hará desde los bastiones de CONAGO.
El Plan Estatal de Desarrollo se inspira en valores compatibles: seguridad y libertad, justicia y orden constitucional, tolerancia y Estado de leyes, moral y derecho. Se perfila, así, como coartífice del Estado moderno de Chihuahua. Al Estado Grande, llamado así no sólo por su geografía sino por ser cuna de libertades y de gestas heroicas: Juárez en el Paso del Norte, Orozco desde la ciudad capital, Villa como símbolo del movimiento transformador de  1910, a ese Estado corresponde, dice, una planificación en grande. Una planificación en grande orientada por la resolución de rescatar lo perdido o en vía de disolución: educación, salud, empleo, techo. En suma orden, legalidad y paz. En vez de rivalidades regionalistas, unidad. En lugar de dispersión de recursos, orden racional, cohesión política y social. A cambio de marginación, municipalismo participativo y restaurador de esperanzas y de garantías individuales y sociales.
El Plan “es carta de navegación”, asegura César Duarte. Define rumbos institucionales en lo económico, lo político y lo social. Es palanca de crecimiento y desarrollo: representa la llave maestra para hacer de la frontera un baluarte de soberanía y autodeterminación. Tiende a la igualdad de derechos y posibilidades. Propone hacer  de la Sierra y la montaña espacios para la convivencia y la competitividad. Anticipa el porvenir y hace del presente un faro que alumbra hacia un futuro confiable y promisor.