Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 6 de noviembre de 2017

DECLARACIÓN BALFOUR Y LA INDEPENDENCIA DE ISRAEL

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Se cumplieron los primeros cien años de haberse hecho público la llamada “Declaración Balfour”, as´denominada en memoria de Arthur J. Balfour, entonces titular de Relaciones Exteriores de la Gran Bretaña.
Dos décadas antes Theodor Herzl había difundido el sueño personal  que
dio origen para efectuar el movimiento en pro de un retorno a la patria originaria.
Habrían de pasar casi treinta años más para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) resolviera la vieja demanda de un hogar nacional para los descendientes de Moisés, y propusiera la partición de Palestina en dos Estados, libres y soberanos.
Héroes de esa hazaña histórica son, entre otros muchos, Ben Gurión,  Golda Meier, Shimon Peres.
Israel, junto con GreciA, Egipto,  y Roma propiamente dicha, son el cimiento de nuestra cultura occidental.  La noción de comunidad, de familia, de identidad, permean la historia universal entendida como el proceso que va desde el mito y la leyenda, desde la magia  y la adivinación al conocimiento y a la experimentación de nuestro estatus ilustrado y moderno.
Pero la historia de Israel es, sin duda, la más  fragorosa, la más cercado de adversidades y la más ejemplar que se refiere a continuidad, prosecución y afanosa búsqueda de horizontes previamente ubicados.
Continúa siendo fiel a sus ritos y costumbres religiosas y políticas. Mantiene, entre sus tradiciones, el Día de Reposo, el Sabbath, como una orden irresteicta. La dieta hebrea sigue siendo un modelo de higiene y de salud física y mental.
Pueblo forjado a través de contratiempos y acosos, desde los lejanos del Imperio romano, teniendo a su líder y conquistador en la persona del emperador Tito, ha sufrido diáspora tras diáspora, migración tras migración, con la aspiración suprema de vivir y convivir en paz y armonía con los pueblos circundantes.
El Holocausto propiciado por el régimen nazi no doblegó a la comunidad judía, a pesar de la furia hitleriana desatada contra la indefensa población asentada en Alemania y países bajo el dominio totalitario.
Tras la derrota de la dictadura, los judíos de Alemania, Polonia y de otros países víctimas del predominio nazi, revivieron el sueño de Theodor Herzl, invocaron la Declaración Balfour y se acogieron al dictado de la sucedáneo de la Liga de Naciones, la ONU, para demandar justicia y la seguridad internacional de un hogar o patria para los perseguidos de siempre.
A más de medio siglo de la resolución histórica de la Organización de las Naciones Unidas con la finalidad  de establecer un hogar para palestinos y judíos, las voces discordantes vuelven a escucharse como en los tiempos de Arafat.
En vez  de la convivencia pacífica, de la buena vecindad, se oyen las voces que piden arrojar a los hebreos al mar, las consignas de exterminio y de la solución final en contra de los pobladores de antaño y luchadores por la sobrevivencia. De los perseguidos del desierto.
La celebración de los judíos israelitas por el centenario de la Declaración de Balfour tiene tras de sí toda una cronología en la que la persecución de los hijos de Abraham ocupa un lugar mancillado por el crimen y los martirios en cadena.

Pueblo de la Biblia es y seguirá siendo el pueblo de Israel. Cuna de la religiosidad occidental lo que es decir mucho, y patria de los Einstein y de los Kelsen para mencionar a dos de los connotados creadores de la ciencia y la moralidad de nuestro tiempo.