Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 13 de noviembre de 2017

EL HERALDO DE CHIHUAHUA: RUMBO AL SIGLO


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Así como no se concibe al diario “El Dictamen”, Decano de la Prensa Nacional, sin el alegre  y feliz Puerto de Veracruz, tampoco sería posible suponer a Chihuahua, el Estado Grande, sin el periódico “El Heraldo”, con la denominación propia de la Entidad.
Se enfila “El Heraldo de Chihuahua” hacia los cien años de edad. Cumple noventa, notable hazaña de sus fundadores y sostenedores, al frente de cuyo medio informativo está el licenciado Javier H. Contreras, autor de numerosos y muy valiosos libros.  “El Medio es el Mensaje”, figura en su prolífica obra.
A sus casi  cien años, el Heraldo de Chihuahua luce como un vehículo de comunicación en plenitud: mantiene vigorosos lazos de unión con la comunidad a la que destina su tarea cotidiana, preserva el clima de tolerancia y libertad de expresión en sus páginas; abre sus espacios en función de los deberes de objetividad y dinámica en las noticias, y en lo que se refiere a la opinión entendida como servicio. En modo alguno como difusor de dogmas y prejuicios. De manera similar, al igual que en sus primeros días.
Con motivo de su nonagésimo aniversario, el cuerpo directivo dio a la luz la publicación de un espléndido volumen en el que recoge los momentos clave del devenir local y nacional, sin dejar de lado el acaecer internacional.
Empieza con el presunto asesino del general Álvaro Obregón y concluye con datos relativos al peso mexicano, al tema de los migrantes. El recorrido biográfico es de las nueve décadas de su existencia.
Lleva el sello editorial de Organización Editorial Mexicana: O E M.
Las palabras de doña Paquita Ramos de Vázquez Raña, al final de la Presentación de esta memoria, son efectivamente plenas de elocuencia “Leer el Heraldo de Chihuahua fortalece el orgullo, aun sin vivir en Chihuahua. Leer el Heraldo de Chihuahua nos permite vivir en Chihuahua aun residiendo a miles de kilómetros”.
Vive El Heraldo de Chihuahua sus mejores tiempos de madurez informativa y creadora de opinión. En sus páginas viven y perviven las palpitaciones del Estado Grande: sus vicisitudes diarias, su pujanza, el ansia de seguir siendo idéntico a sí mismo por encima de la adversidad.
Como muchas de las cosas en este mundo sublunar, pasó su niñez, su adolescencia y juventud dando servicio generoso a su entorno social, el que lo vio nacer. Decir El Heraldo es aludir a su función principal de enterar acerca de los sucesos cotidianos, pero también a su calidad de vocero de lo que podría suceder en caso de persistir en los mismos errores u omisiones.
En pocas palabras, hace honor a su nombre a través del ejercicio cotidiano que realiza.
Tiempos difíciles, aciagos, afronta el país en materia de información, en lo tocante a expresar la realidad de lo fenoménico, de lo aparente y engañoso. Con razón, se afirma en medios internacionales que somos el territorio más peligroso para expresar la verdad que está en la intimidad de los hechos.
Sin embargo, tenemos en El Heraldo de Chihuahua un ejemplo de honestidad, de foro abierto a todas las ideas, de espacio confiable, por su veracidad y objetividad. Felicitaciones a su director, el Lic. Javier H. Contreras, y a su grupo de trabajo.

Una centuria habla con voz fuerte de lo que ha sido, es y podrá ser, en el mediato e inmediato futuro. Los liderazgos  con esta calidad y prestancia confirman en la idea de que somos una democracia viva, en donde el Estado de Derecho hace valer la imputación sobre la impunidad, asimismo en cuyo solar  la libertad es  luz reluciente e inextinguible.