Así como
no se concibe al diario “El Dictamen”, Decano de la Prensa Nacional, sin el alegre
y feliz Puerto de Veracruz, tampoco
sería posible suponer a Chihuahua, el Estado Grande, sin el periódico “El
Heraldo”, con la denominación propia de la Entidad.
Se
enfila “El Heraldo de Chihuahua” hacia los cien años de edad. Cumple noventa, notable
hazaña de sus fundadores y sostenedores, al frente de cuyo medio informativo
está el licenciado Javier H. Contreras, autor de numerosos y muy valiosos
libros. “El Medio es el Mensaje”, figura
en su prolífica obra.
A
sus casi cien años, el Heraldo de
Chihuahua luce como un vehículo de comunicación en plenitud: mantiene vigorosos
lazos de unión con la comunidad a la que destina su tarea cotidiana, preserva
el clima de tolerancia y libertad de expresión en sus páginas; abre sus
espacios en función de los deberes de objetividad y dinámica en las noticias, y
en lo que se refiere a la opinión entendida como servicio. En modo alguno como
difusor de dogmas y prejuicios. De manera similar, al igual que en sus primeros
días.
Con
motivo de su nonagésimo aniversario, el cuerpo directivo dio a la luz la
publicación de un espléndido volumen en el que recoge los momentos clave del
devenir local y nacional, sin dejar de lado el acaecer internacional.
Empieza
con el presunto asesino del general Álvaro Obregón y concluye con datos
relativos al peso mexicano, al tema de los migrantes. El recorrido biográfico
es de las nueve décadas de su existencia.
Lleva
el sello editorial de Organización Editorial Mexicana: O E M.
Las
palabras de doña Paquita Ramos de Vázquez Raña, al final de la Presentación de
esta memoria, son efectivamente plenas de elocuencia “Leer el Heraldo de
Chihuahua fortalece el orgullo, aun sin vivir en Chihuahua. Leer el Heraldo de
Chihuahua nos permite vivir en Chihuahua aun residiendo a miles de kilómetros”.
Vive
El Heraldo de Chihuahua sus mejores tiempos de madurez informativa y creadora
de opinión. En sus páginas viven y perviven las palpitaciones del Estado Grande:
sus vicisitudes diarias, su pujanza, el ansia de seguir siendo idéntico a sí
mismo por encima de la adversidad.
Como
muchas de las cosas en este mundo sublunar, pasó su niñez, su adolescencia y
juventud dando servicio generoso a su entorno social, el que lo vio nacer.
Decir El Heraldo es aludir a su función principal de enterar acerca de los
sucesos cotidianos, pero también a su calidad de vocero de lo que podría suceder
en caso de persistir en los mismos errores u omisiones.
En
pocas palabras, hace honor a su nombre a través del ejercicio cotidiano que
realiza.
Tiempos
difíciles, aciagos, afronta el país en materia de información, en lo tocante a
expresar la realidad de lo fenoménico, de lo aparente y engañoso. Con razón, se
afirma en medios internacionales que somos el territorio más peligroso para
expresar la verdad que está en la intimidad de los hechos.
Sin
embargo, tenemos en El Heraldo de Chihuahua un ejemplo de honestidad, de foro
abierto a todas las ideas, de espacio confiable, por su veracidad y
objetividad. Felicitaciones a su director, el Lic. Javier H. Contreras, y a su
grupo de trabajo.
Una
centuria habla con voz fuerte de lo que ha sido, es y podrá ser, en el mediato
e inmediato futuro. Los liderazgos con
esta calidad y prestancia confirman en la idea de que somos una democracia
viva, en donde el Estado de Derecho hace valer la imputación sobre la impunidad,
asimismo en cuyo solar la libertad es luz reluciente e inextinguible.