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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 15 de agosto de 2017

ANIVERSARIO 150 DE LA ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA

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Abre sus puertas académicas la UNAM, con la generosidad de siempre.
Los alumnos que pisan nuevamente el umbral de sus aulas saben muy bien  que vuelven a la más antigua sede de la inteligencia en el país. Los adolescentes y jóvenes que entran, por vez primera, al bachillerato universitario son titulares de un privilegio irrepetible.
La Universidad, en poco más de tres décadas, celebrará medio milenio de su fundación con el nombre de Real y Pontificia Universidad de México.
En el mes de diciembre, hace 150 años, se conmemorará el decreto del Presidente Juárez con arreglo al cual habría de fundarse la benemérita Escuela Preparatoria que
estaría bajo la conducción del doctor Gabino Barreda.
Posteriormente, ocuparía esa misma encomienda el chihuahuense Porfirio Parra.
Del contexto de aquellos violentos días se desprende que una década anterior se habían promulgado las Leyes de Reforma portadoras del mensaje que pondría término al imperio ideológico del neocolonialismo español y fin a la educación escolástica, dogmática y confesional, absolutista en suma, que invadía los espacios de la enseñanza pública y privada,
En el crucial año de 1867, la enseñanza oficial pasaría de manos clericales a manos que la guiarían hacia una interpretación laica, liberada de prejuicios y envuelta en mitos y leyendas de toda especie.
La vieja y obsoleta Universidad  iniciaría, a través de la instauración de la flamante Preparatoria, los nuevos rumbos que darían como resultado la restauración de la República y en 1910 la refundación de la Casa de Estudios.
Azarosa y rodeada por el acoso del sobreviviente fanatismo ha sido la trayectoria de la Preparatoria. Refugio en tiempos de la Revolución, el asedio ha ido de la suplantación al confinamiento de los que ha salido ufana y victoriosa: en la década de los veinte fue ariete para abrir sus puertas, con turnos nocturnos, a los aspirantes en apuros económicos y acoger a los del género femenino, con objetivos de igualdad de oportunidades,.
Queriendo someterla a la ideología de moda, echó manos del concepto de autonomía para crear la vertiente de Iniciación Universitaria con el fin de alojar, como en un floreciente semillero, a los adolescentes cuyos padres y tutores anhelaban que sus hijos recibieran una educación integral, ajena a los  prejuicios políticos predominantes.
A la luz de la reforma educativa, la Escuela Nacional Preparatoria (ENP por sus siglas), la institución juarista y barrediana es símbolo actualmente de vanguardia en la formación e información propedéutica, de la enseñanza media y superior en el país, bastión para impedir la intromisión de dogmas y sofismas ya superados y barrera que impide la intolerancia, el dogmatismo y las creencias sin fundamento.  
En reciente conferencia, la secretaria del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, Lilian Álvarez Arellano, expresó conceptos laudatorios y explicativos acerca de los orígenes de la ENP.
 Entre otros:
"La ENP iluminó como un relámpago el territorio de México asolado por guerras intervencionistas. Como el rayo condensó  energías lumínicas y destructoras. Símbolo de poderío republicano, su creación pareció a la vez digna de admiración y temible".
Agregó: “Los planteamientos de la ENP cimbraron el edificio en ruinas de la educación nacional…”
“Una de las fortalezas de la institución, desde entonces, ha sido el diálogo intergeneracional…”. Más adelante: “El método científico ofrecía una ruta para dirimir diferencias de apreciación y para establecer en las aulas hechos en vez de opiniones, prejuicios o fantasías perniciosas…”
No se olvida que el positivismo filosófico de Comte operó a manera de fermento para la introducción de la moderna pedagogía y fue inspiración, en los inicios, para alentar los contenidos didácticos del plan y los programas de estudios.