Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 4 de junio de 2017

EN LA UNAM: AHORA O NUNCA RECTOR GRAUE

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Ante el clamor de los universitarios merecedores de esa denominación, el jefe nato de la Casa de Estudios, Enrique Graue, ha tomado la determinación de poner fuera de los espacios de la UNAM a los delincuentes que se han parapetado tras el lema de la autonomía para  seguir haciendo de las suyas.
Valida, asimismo, su palabra, y con ello las palabras de la Ley, al enfrentar el reto de la criminalidad organizada: extender sus dominios convirtiendo, con ese efecto, a la institución en pertenencia suya a fin de imponerse ya dentro como si fuese “tierra de nadie”.
De manera parecida al episodio que vivió la Universidad en tiempos del rectorado del doctor Guillermo Soberón, cuando las fuerzas armadas entraron al campus para desalojar a los facinerosos, esta vez  la PGR está haciendo lo conducente con el propósito de sacar a los maleantes que tratan de hacer del territorio de la UNAM el más productivo mercado de estupefacientes, sitio de consumo y “bunker” de impunidad.
Cuesta arriba es el desafío que enfrentan Rectoría de la UNAM, los directores de institutos, facultades y escuelas de la Casa de Estudios. La tolerancia ha llegado a sus límites y los momentos, difíciles de arrostrar, siguen creciendo en daños y peligros, día a día. El enemigo acecha y se arma de audacia en la misma medida que la impunidad le ha protegido, soportando sus cobardes acometidas.
La información en  “La jornada”, del pasado viernes, no deja ya lugar a duda alguna acerca de sitios, nombres de delincuentes y fechas dónde, cuándo y por parte de quiénes, se han efectuado los ilícitos hoy colocados bajo la luz de la justicia.
A un año y medio el rector Graue cumple su compromiso de dar el rango que corresponde a la UNAM, restituyendo la legalidad en sus dominios, el régimen de libertades dentro de sus espacios de investigación, enseñanza y difusión de la cultura.
Alcanzado este propósito, corresponde ahora a la comunidad de maestros, directivos empleados administrativos y alumnos, hacer un cerco en torno al jefe nato de la institución para preservar la integridad de su persona, con el objeto de convalidar los derechos y obligaciones de los universitarios. Sobre todo, con la finalidad de fortalecer el perfil que permite reconocer en la UNAM un ejemplo a seguir, a su rector la figura tangible que le da supervivencia y a su comunidad el carácter de paradigma y modelo, en conjunto, de ”Mater et Magistra”.
En medio del embate institucional de nuestros días, la decisión asumida es histórica, con el fin de poner orden en la institución. Y ocurre en una tesitura propicia a fin de legitimar el ejercicio de las leyes, usos y costumbres, como condición de convivencia,  respeto y de goce de la libertad para comunicarse con los demás.
De espacio para el diálogo y la controversia científica, para la libre discusión de las ideologías, para el intercambio de ideas, la UNAM no tiene porqué ser ámbito propicio para la impunidad, para el comercio de drogas y el tráfico de corrupción y de prebendas. Todo al margen del Derecho y de las normas en que se fundamenta la autonomía,

Cabe insistir: no dejar solo al Rector Graue y a quienes lo acompañan en esta hora insólita de la defensa de las libertades académicas que imperan en la UNAM.