Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 18 de junio de 2017

DESARROLLO Y SEGURIDAD: RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

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Merkel en Europa y Videgaray en América han levantado la voz a fin de advertir acerca de los pros y los contras que hay en el trasfondo de las relaciones internacionales. En uno y otro Continente.
Fue la canciller alemana primera en hacerse oír acerca de la decisión de Gran Bretaña para abandonar su participación y estatus en general dentro de la Unión Europea.
El secretario mexicano de Relaciones Exteriores, a su vez, siguiendo las instrucciones del Mandatario Peña Nieto, ha expresado el sentir en torno al papel de México, Estados Unidos y Canadá para asumir el liderazgo que les corresponde como naciones  progresistas y desarrolladas, en estas horas de incertidumbre y azoro.
Un lampo siniestro ha sido, y es, la actitud del Presidente Trump relativos a los acuerdos contraídos con la administración política de Cuba. Dar reversa a los compromisos contraídos por Barack Obama, en estas horas difíciles, no es sino una señal acerca del rumbo que pretende dar a los manejos del Imperio en lo que se refiere a migración, intercambio comercial. En general, es una más de sus amenazas con base en las cuales aspira a imponer sus pretensiones de poder, al tratar de dar primacía al Ejecutivo entre sus manos por encima del Legislativo y el Judicial.
Nación de migrantes, eje fundamental con arreglo al cual se mueven, en gran medida, las economías del mundo, patria de la democracia moderna según los dictados  de sus leyes y de acuerdo con las decisiones de sus magistrados, los Estados Unidos de Norteamérica han marcado pautas duraderas y discutibles no obstante, de concordia, pacifismo, legalidad entre los Estados.
Del internacionalismo actual sólo podrá decirse que los pueblos satelitales y aquellos asentados en ultramar son y somos responsables en cuanto al modo de vivir y convivir con el estilo imperial que despliega el coloso del Norte en América.
De ahí la importancia de la Conferencia para la Prosperidad y la Seguridad efectuada  por el gobierno nuestro con el de Estados Unidos.
Lo acordado, sin duda, sentará nuevas bases para inaugurar un capítulo inédito de las relaciones entre el Imperio y las naciones hacia el Sur, comenzando con México. Tratos y contratos tienen que ver con el primordial asunto de la migración, en cuyo extenso contenido figuran los sucesos de violencia, seguridad y todo lo relacionado con el trasiego de los estupefacientes y con el ominoso tráfico de armas.
Herederos de la revolución industrial con todo lo que entraña en materia laboral, derechos humanos y promociones que han conducido el llamado “sueño americano”, los empresarios y los inversionistas del país macro desarrollado del Norte, marcan derroteros en los que brillan por su ausencia los principios de la igualdad; asimismo, quedan de lado valores de la justicia y garantías de dignidad en el trato hacia las personas.
Sin embargo, la Conferencia ocurre en el preámbulo del encuentro para dilucidar el rumbo mediante acuerdos y convenciones por parte de los integrantes del TLC.
Nada fácil será el proceso de ajustes y reajustes, de consensos y disensos. Pero, de la Conferencia emana un mensaje que dice, con transparencia y claridad, que el desarrollo y los progresos de la industrialización y el comercio internacional, así como la política de migración, han de girar en torno a la idea del hombre como fundamento de la legalidad y la democracia entre las naciones. Y por encima de todo han de estar los Derechos Humanos.