Merkel
en Europa y Videgaray en América han levantado la voz a fin de advertir acerca
de los pros y los contras que hay en el trasfondo de las relaciones
internacionales. En uno y otro Continente.
Fue
la canciller alemana primera en hacerse oír acerca de la decisión de Gran
Bretaña para abandonar su participación y estatus en general dentro de la Unión
Europea.
El
secretario mexicano de Relaciones Exteriores, a su vez, siguiendo las
instrucciones del Mandatario Peña Nieto, ha expresado el sentir en torno al
papel de México, Estados Unidos y Canadá para asumir el liderazgo que les
corresponde como naciones progresistas y
desarrolladas, en estas horas de incertidumbre y azoro.
Un
lampo siniestro ha sido, y es, la actitud del Presidente Trump relativos a los
acuerdos contraídos con la administración política de Cuba. Dar reversa a los
compromisos contraídos por Barack Obama, en estas horas difíciles, no es sino
una señal acerca del rumbo que pretende dar a los manejos del Imperio en lo que
se refiere a migración, intercambio comercial. En general, es una más de sus
amenazas con base en las cuales aspira a imponer sus pretensiones de poder, al
tratar de dar primacía al Ejecutivo entre sus manos por encima del Legislativo
y el Judicial.
Nación
de migrantes, eje fundamental con arreglo al cual se mueven, en gran medida,
las economías del mundo, patria de la democracia moderna según los dictados de sus leyes y de acuerdo con las decisiones
de sus magistrados, los Estados Unidos de Norteamérica han marcado pautas
duraderas y discutibles no obstante, de concordia, pacifismo, legalidad entre
los Estados.
Del
internacionalismo actual sólo podrá decirse que los pueblos satelitales y
aquellos asentados en ultramar son y somos responsables en cuanto al modo de
vivir y convivir con el estilo imperial que despliega el coloso del Norte en
América.
De ahí la
importancia de la Conferencia para la Prosperidad y la Seguridad efectuada por el gobierno nuestro con el de Estados
Unidos.
Lo
acordado, sin duda, sentará nuevas bases para inaugurar un capítulo inédito de
las relaciones entre el Imperio y las naciones hacia el Sur, comenzando con
México. Tratos y contratos tienen que ver con el primordial asunto de la
migración, en cuyo extenso contenido figuran los sucesos de violencia,
seguridad y todo lo relacionado con el trasiego de los estupefacientes y con el
ominoso tráfico de armas.
Herederos
de la revolución industrial con todo lo que entraña en materia laboral,
derechos humanos y promociones que han conducido el llamado “sueño americano”,
los empresarios y los inversionistas del país macro desarrollado del Norte,
marcan derroteros en los que brillan por su ausencia los principios de la igualdad;
asimismo, quedan de lado valores de la justicia y garantías de dignidad en el
trato hacia las personas.
Sin embargo, la Conferencia
ocurre en el preámbulo del encuentro para dilucidar el rumbo mediante acuerdos
y convenciones por parte de los integrantes del TLC.
Nada
fácil será el proceso de ajustes y reajustes, de consensos y disensos. Pero, de
la Conferencia emana un mensaje que dice, con transparencia y claridad, que el
desarrollo y los progresos de la industrialización y el comercio internacional,
así como la política de migración, han de girar en torno a la idea del hombre
como fundamento de la legalidad y la democracia entre las naciones. Y por encima
de todo han de estar los Derechos Humanos.