Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 9 de abril de 2017

SEGURIDAD Y ARMAMENTISMO:¿GUERRA DE EXTERMINIO?


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Todo hace pensar que pudiésemos encontrarnos en la antesala de una guerra que, acaso, fuese la tercera y última controversia mundial.
No es cuestión de anticipar sucesos. Pero los terroríficos sucesos en Rusia y Siria dan la impresión acerca de que el primitivismo bélico está a la vuelta de la esquina. Hace aparecer su rostro ancestral en un planeta intercomunicado que está al alcance de todos.
Se incendia el Medio Oriente y las flamas llegan a los confines de Asia, con la actitud agresiva y amenazante en el norte de Corea.
Estados Unidos ha procedido, de manera unilateral, al lanzar impremeditadamente más de medio centenar de misiles contra de la base militar asentada en territorio sirio. Para Rusia, declara su máximo representante, es alevosa provocación.
Se trata, se dice en Occidente, de una acción “justificada”, ante la posición extremista del régimen terrorista sirio y de una drástica advertencia al gobierno del mandatario  aliado del provocativo o supuesto agresor.
Más de medio Continente, el nuestro, avala la acción bélica del Presidente Donald Trump.
El repudiado político recupera un terreno político jamás supuesto y mucho menos el ser recibida su intervención con gestos de beneplácito como los que acaban de expresarse.
Volviendo a las presunciones de un conflicto regional y hasta planetario, los sucesos actuales nos llevan a considerar hasta qué punto las experiencias bélicas de las dos guerras mundiales pasadas han sido inadvertidas y cómo el desdén ante las circunstancias nos apremian al grado de hallarnos en los umbrales de una confrontación final, próxima al exterminio de la Humanidad.
Los extremos se tocan entre sí.
A los reclamos de seguridad, se adjuntan los visos armamentistas. Tras la conflagración que condujo a la Segunda Guerra mundial, los países que lideran el orbe promueven con sorprendente celeridad la carrera armamentismo arguyendo la seguridad de sus fronteras, la intocabilidad de sus derechos soberanos y reclamando garantías de libertad para ejercer la defensa de sus dominios ante cualquier provocación y amenaza.
No sólo el uso de misiles sino el de armas atómicas, de hidrógeno y pertrechadas con gases mortíferos deambulan por el planeta. La teoría de la “paz perpetua” de Kant, no emerge por ninguna parte. El ex presidente Wilson ha sido definitivamente olvidado. La Liga de las Naciones ginebrina ha sido derrotada, de nueva cuenta, a causa de la ineficacia provocada por la imprevisión, la estéril coacción y la fragilidad de las resoluciones emitidas por los tribunales internacionales.
La ONU está siendo rebasada en definitiva y se ostenta como una figura decorativa en medio de la agresividad, el odio y la violencia de sus integrantes con poder de veto respaldado por la belicosidad. Pocos dirigentes de Estado han leído, por lo visto, la obra de Hans Kelsen, en particular “Derecho y Paz en las Relaciones Internacionales”. Hoy como nunca su valía rebasa los ámbitos académicos  y adquiere su verdadera relevancia en el mundo de la política mundial, con un mensaje esclarecedor y pertinente.

Lo mismo el filósofo de Könisberg con su doctrina pacifista. Kant alza su voz audible para señalar, a través de sus propuestas, los caminos que bien podrían conducir al entendimiento  y a los tratados, fundados en el método normativo, el acuerdo y la negociación.