Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 24 de abril de 2017

KANT y KELSEN: 1724 y 1973

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Abril es mes del año para recordar a dos próceres del criticismo: a Inmanuel Kant  y a Hans Kelsen. Ambos, de lengua alemana. El primero nacido el 22 de abril de 1724 en Könisberg, el segundo, desaparecido físicamente el 18 de este mes, 1973, en Berkeley, California.
Kant es el héroe intelectual de la Ilustración. Hume, según evocación suya, lo hizo despertar del sueño dogmático. Él llamó a Rousseau el Newton de la moralidad.Por su parte, Kelsen, príncipe de los juristas, así llamado por el encumbrado lugar que escaló, con talento y esfuerzo propios, acudió a Marburgo con la finalidad de escuchar de viva voz a Hermann Cohen, continuador del legado kantiano; de quien retomó el concepto de pureza metódica, el cual predomina en libros que lo confirman con la denominación del Einstein de la moralidad.
Kant publicó, en 1788, la segunda de sus obras magistrales, la “Crítica de la Razón Práctica”, Kelsen, su obra fundamental,  los “Problemas capitales de la Teoría Jurídica del Estado” (1911), conocida con el título abreviado de “Problemas Capitales”.
Entre dichas obras hay un vínculo de sorprendente continuidad que enlaza a los autores en el campo de la moralidad, haciendo posible que el tema de la voluntad y por tanto los de la ética fuesen colocados bajo la nueva luz del entendimiento y de la experiencia.
Imposible olvidar aquí la contribución señera del fundador de la escuela neokantiana de Marburgo, H. Cohen, a través de su “Ética de la Voluntad Pura”.
La ocasión nos permite, por lo menos, citar las traducciones y los comentarios de sus intérpretes de las obras de Kant antes aludidas y de Hans Kelsen.
De la doctora Dulce Granja, maestra universitaria (UNAM-UAM), es la traducción, el estudio preliminar y el analítico de la “Crítica de la Razón Práctica” de Kant.
Del doctor Ulises Schmill son las notas, la revisión y la presentación a la  segunda edición de los “Problemas Capitales…”
Dicha edición con sello de Editorial Porrúa (mayo de 1987)  tiene estas palabras encomiásticas, cuyo valor “post mortem”, adquieren particular sentido. Dicen así: La Universidad Nacional Autónoma de México dedica la publicación de esta obra, por Hans Kelsen, al profesor Guillermo Héctor Rodríguez, expositor en México de la teoría pura del Derecho, por su brillante  labor docente por más de 30 años.
Habríamos de añadir, como alumnos y seguidores de las enseñanzas del maestro Rodríguez, que hasta donde sabemos fue él quien, al lado de don Alfonso Caso, promovió el legado kantiano y kelseniano en la UNAM del criticismo universal en la tríada filosófica: ética, lógica y estética.
Todo acto humano es un  acto jurídico fue la tesis y el pivote de la pedagogía derivada de Hans Kelsen y del precursor de la teoría científica de la filosofía propiciada por el genio de la Ilustración, de Kant y de sus inmediatos sucesores, Natorp, Cassirer y Popper, entre muchos otros. La ética de la voluntad pura. la ética de la libertad y la responsabilidad no serían, ni remotamente posible, sin las obras y el pensamiento de Kant y de Kelsen.
La crisis de nuestros días en el plano internacional implica el análisis sereno a la luz radiante de la filosofía de Kant y de las contribuciones de Kelsen, como en los tiempos del Presidente Wilson, inmediatamente previos al desenlace de la Primera Guerra Mundial.

Estamos aún a tiempo.