Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 18 de abril de 2016

EL DRAMA DE CINTHYA EN LA ESCUELA“JOSÉ RAFAEL CAMPOY”

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Conmemora la escuela secundaria “José Rafael Campoy” ochenta años de servir a la sociedad cajemense. El feliz acontecimiento es suceso de gran significación en la  historia del municipio sonorense.
Sus egresados lo ponderan como un hecho excepcional en sus vidas, el haber pisado aquél umbral que, a su vez, marca el principio de la adolescencia de todos aquellos que iniciaron entonces la heroica hazaña hacia su formación profesional.
Nombres de docentes y ex alumnos distinguidos vienen de inmediato a la memoria. Entre los primeros, Marco Antonio Quiñones (biólogo muy notable, continuador en África de la “Revolución Verde” emprendida, desde el CIANO, por el Dr. Bourlag); Luis Bojórquez Castro (asimismo biólogo connotado, investigador en la UAM sobre temas ecológicos de vibrante actualidad, autor de libros sobre su especialidad); Manuel Salmón (ex director del Instituto de Química de la UNAM; Francisco Ruiz Rubio (docente de la Universidad Autónoma de Baja California); Gilberto Guevara Niebla (Subsecretario de la SEP durante la administración de Carlos Salinas de Gortari), Álvaro Cepeda Neri, destacado periodista de fama nacional, Eduardo Domínguez Barraza (Subdelegado del IMSS en el Estado de Nayarit). Y así sucesivamente: Médicos valiosos por sus servicios profesionales: los doctores Noriega, Miranda. Y tantos otros: Federico Cota, Antonio Álvarez, Y en sitio relevante el tenor Alfonso Navarrete.
Maestros de imborrable memoria: José L Guerra, Bartolomé Delgado León, Carlos Moncada Ochoa…
El LXXX aniversario de la conocida como Secundaria “Campoy” tiene un trasfondo digno de mencionar que alude a los comienzos de una institución que marca huellas luminosas en la historia de la educación, la cultura y la vida profesional de Cajeme.
Se trata de la publicación de un libro llamado a integrar la semblanza del plantel, en la medida que muestra la faceta de su rostro humano, el carácter propio de su comunidad en cuanto a convivencia y compañerismo comprensivo, así como en lo que se refiere al valor superior que la directiva, en este caso, el que manifiesta el maestro Miguel Ángel Saavedra Montaño, su actual director.
La obra en cuestión es:  “Vitrales: la Historia de Cinthya”. Su autora, Cristina Clark Caraveo, egresada de la Normal Superior del Estado de Sonora, maestra de Español, con 22 años de servicio; oriunda de la población de Tesopaco, vecina con Ciudad Obregón, cabecera municipal.
La maestra contribuye generosamente con un libro documental en el que cada página es trasunto de “eros” pedagógico, expresión de verdadera pasión magisterial en donde la comprensión, la hondura de legítima identificación maestro-alumno alcanzan la suprema conjunción entre el saber que dignifica y el cuidado integral (cuerpo y mente, inteligencia y vida orgánica), revisten similar trascendencia en el trato hacia todos y a cada miembro de la comunidad.
La historia de Cinthya es, en este sentido, un ejemplo inaudito en su doble expresión: por una parte alude a una experiencia personal, la de la adolescente víctima de un mal en principio incurable, el tesón de ella para arrostrar el proceso médico para su eventual cura; por otra, la disposición de la maestra Clark Caraveo a fin de prodigar una atención diríase maternal durante el que damos por llamar drama muy doloroso. Y al fin, la participación de los alumnos y compañeros de Cinthya en la ejemplar tarea de recabar sus testimonios casi cotidianos y su férrea determinación para resistir y superar el embate de la fatal enfermedad.

Cinthya, hoy lo sabemos, desdichadamente murió a finales de marzo pasado. Su corta vida es paradigma de valor, entereza y  ansia de vivir y sobrevivir. La maestra Clark es inédito ejemplo de “eros” pedagógico. Su libro, luminoso testimonio.