Azotes
contra la salud humana han sido y son el cáncer, la tuberculosis, la influenza,
la malaria. Y así, sucesivamente. Pestes como la peste bubónica, han diezmado
una y otra vez la población mundial dejando huellas indelebles en la memoria
como un suceso ineluctable.
Hoy
es la diabetes el flagelo que emerge en todo el orbe, poniendo de relieve la
advertencia fatal en cada puerta de ricos y pobres, de fuertes y débiles, de
niños, jóvenes y ancianos.
Las
cifras son expresivas de un mal que avanza año tras año. Para empezar, el dato
de que en término de dos años la cantidad de enfermos por la diabetes aumentó
en 1.5 millones resulta escalofriante.
Lo
mismo pasa cuando se entera uno acerca de los millones que mueren en
condiciones por demás lacerantes. El 8.5 de las víctimas del total (cerca de
500 millones), es de adultos.
Ahí se engloban
modestos trabajadores, hombres de ciencia, mujeres que dejan en la orfandad a
pequeños, jóvenes y adolescentes, varones y niñas.
Una
tercera parte, reporta el IMSS en Sonora, es atendida en las clínicas de la
institución.
La diabetes
infantil no se incluye todavía en el programa.
Allá
mismo, en la Jurisdicción Sanitaria 4, a cargo del doctor Antonio Alvídrez
Labrado, se anuncia un programa previsor ante el azote de referencia, de cuya
eficacia dependerá, sin duda, contener el avance silencioso aunque asolador al
final de cuentas de la perniciosa enfermedad.
Alvidrez
Labrado es un profesional ampliamente conocido en Cajeme. Su incursión en las
filas de la administración pública se relaciona con formación jurídica como
egresado, asimismo, de la carrera de Derecho. Pero sus afanes médicos, de
vuelta, lo sitúan como un eficiente atalaya para avizorar, con anticipación,
los posibles males que podría arrostrar, indefensa, la sociedad.
Propone
opciones al alcance de todos a través de los recursos de la prevención,
implicando con ello el viejo lema de que es preferible anticipar antes que
remediar. Sobre todo cuando las acciones remediales, como en este caso, son
derrotadas con facilidad por los embates del flagelo: ceguera, invalidez,
trastornos orgánicos de diversa índole.
El Dr. Alvídrez Labrado plantea dos objetivos
principales: uno, reducir hasta en una tercera parte la mortalidad prematura
por enfermedades no transmisibles, hacia el año de 2030; dos, suscitar la
conciencia, un darse cuenta por sí mismos, de que la diabetes es un flagelo que
va en aumento, así como alertar acerca de sus abrumadoras consecuencias.
No se olvida, da
a entender el galeno, que el modo de vida determina, principalmente, el retraso
de la temible enfermedad.
“Vence a la
diabetes” es el emblema en el Día de la Salud.
Y
el lema, en efecto, no es como si se tratara de una advertencia para una fecha onomástica.
Es un imperativo
que, en cierto modo, incumbe a todos los seres humanos. De nuevo, ricos y
pobres, sabios y no estudiados, niños y ancianos.
Vencer
la diabetes no es tarea de una etapa de la existencia. Es una exigencia de toda
la vida; para toda la vida. Así de importante, así de sencillo, así de grave.
Con la sencillez propia de convertir en hábito, en costumbre cotidiana el
evitar excesos en el comer, hacer ejercicio físicos en forma sistemática,
mantener una estricta vigilancia constancia en relación con el peso y atender molestias,
por ejemplo, de la vista durante la lectura.
Así, la
disminución del mal y su respectivo control estará en manos de los mismos
pacientes, en la medida que haya de por medio una información fluida y
comprensible al alcance de todos.