Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 20 de febrero de 2014

EN SONORA, HACIA UN NUEVO MUNICIPALISMO


Todo indica que nos encontramos en el umbral del nuevo federalismo, a partir de la actual reforma del Estado. Late el pulso de una Nación en recuperación tras las dos últimas décadas en las que la nave de la República fue presa del huracán devastador del centralismo acaparador de soberanías y monopolizador de atribuciones.
Para fortuna de los mexicanos y para la buena salud del Estado, asoma el rostro de un mandato ágil y abierto, presto a ingresar con títulos soberanos a la sociedad internacional y resuelto para encarar los asuntos internos con determinación. La seguridad pública es capítulo principal, pero no el único.
Se abren espacios para reinstaurar un federalismo que involucre al municipio con arreglo a la letra y el espíritu de la Constitución. Un federalismo educativo, hacendario, en las ramas de los energéticos, de la participación política y en el rubro de la competitividad, dentro y más allá de las fronteras.
En el Estado de Sonora, cuna de caudillos revolucionarios y de innovaciones agroindustriales, la reforma del Estado se inaugura mediante una vuelta a los orígenes, haciendo valer derechos olvidados o postergados, atribuciones que dan perfil propio, personalidad e identidad política y económica a la anquilosada figura del Municipio; en fin, garantías políticas y jurídicas para afrontar la batalla contra la desigualdad; es decir, teniendo acceso, sin condiciones partidistas o mafiosas, a los recursos económicos, suficientes y oportunos, con el objeto de atender demandas urgentes de bienestar social. 
Por cierto, el municipio de Cajeme obtuvo, en difícil competencia, el año de 2013, el Premio al Municipalismo, cuyo reconocimiento fue recibido a fin de año, en Boca del Río, Veracruz, por el doctor, Antonio Alvídrez, diligente Secretario del Ayuntamiento norteño, en representación del alcalde Rogerio Díaz Brown.
La distinción de referencia tiene su razón de ser y se justifica por representar la ardua, tensa y compleja que ha tenido que afrontar, y que aún encara el Munícipe aludido, al frente de colaboradores que lo respaldan en el desarrollo de proyectos de remodelación de prestancia en la imagen urbana, a pesar de la marginación y el desdén de que ha sido objeto, y es víctima, la administración política de referencia.
Si bien no fue gratuita la premiación mencionada, habrá que subrayar el empeño, la tenacidad y la firmeza del munícipe Díaz Brown, asistido por la lealtad de sus allegados en el gobierno de la ciudad, a fin de acopiar recursos de parte de la Federación. Y es pertinente mencionar la injerencia del legislador cajemense Faustino Félix Chávez, quien ha contribuido a fortalecer las gestiones sociales del Ayuntamiento frente a la marea política contestataria, consiguiendo recursos federales destinados a remodelar planteles escolares en la demarcación.
Ayer se mencionaba una derrama de más de dos mil millones de pesos, gestionados.
en las arcas de la Federación, y que son ya parte de los egresos de Cajeme para el año  en curso. Lo anterior demuestra que el municipalismo tiene vida, que no es un cadáver listo para ser inhumado. Se dan pautas para revitalizar la institución del federalismo como brújula y conducto para realizar apremiantes proyectos de modernización, vía la reforma constitucional. Esto da certidumbre para emprender la vuelta hacia los principios democráticos, sin violencia ni revanchismos.
La derrota del conservadurismo pasa por el ejercicio honesto, recto e inquebrantable en la ejecución de los principios del republicanismo y el cumplimiento de los deberes por encima de funestas y corruptoras alianzas.

Los triunfos del nuevo municipalismo, de mano de la reforma del Estado, será  experiencia renovada en la medida que los titulares de las alcaldías no se dejen intimidar con veladas o alevosas amenazas.