Todo indica que nos
encontramos en el umbral del nuevo federalismo, a partir de la actual reforma del
Estado. Late el pulso de una Nación en recuperación tras las dos últimas
décadas en las que la nave de la República fue presa del huracán devastador del
centralismo acaparador de soberanías y monopolizador de atribuciones.
Para fortuna de los mexicanos
y para la buena salud del Estado, asoma el rostro de un mandato ágil y abierto,
presto a ingresar con títulos soberanos a la sociedad internacional y resuelto
para encarar los asuntos internos con determinación. La seguridad pública es
capítulo principal, pero no el único.
Se abren espacios para
reinstaurar un federalismo que involucre al municipio con arreglo a la letra y
el espíritu de la Constitución. Un federalismo educativo, hacendario, en las
ramas de los energéticos, de la participación política y en el rubro de la
competitividad, dentro y más allá de las fronteras.
En el Estado de Sonora, cuna
de caudillos revolucionarios y de innovaciones agroindustriales, la reforma del
Estado se inaugura mediante una vuelta a los orígenes, haciendo valer derechos
olvidados o postergados, atribuciones que dan perfil propio, personalidad e
identidad política y económica a la anquilosada figura del Municipio; en fin,
garantías políticas y jurídicas para afrontar la batalla contra la desigualdad;
es decir, teniendo acceso, sin condiciones partidistas o mafiosas, a los
recursos económicos, suficientes y oportunos, con el objeto de atender demandas
urgentes de bienestar social.
Por cierto, el municipio de
Cajeme obtuvo, en difícil competencia, el año de 2013, el Premio al
Municipalismo, cuyo reconocimiento fue recibido a fin de año, en Boca del Río,
Veracruz, por el doctor, Antonio Alvídrez, diligente Secretario del Ayuntamiento
norteño, en representación del alcalde Rogerio Díaz Brown.
La distinción de referencia
tiene su razón de ser y se justifica por representar la ardua, tensa y compleja
que ha tenido que afrontar, y que aún encara el Munícipe aludido, al frente
de colaboradores que lo respaldan en el desarrollo de proyectos de remodelación
de prestancia en la imagen urbana, a pesar de la marginación y el desdén de que
ha sido objeto, y es víctima, la administración política de referencia.
Si bien no fue gratuita la
premiación mencionada, habrá que subrayar el empeño, la tenacidad y la firmeza
del munícipe Díaz Brown, asistido por la lealtad de sus allegados en el
gobierno de la ciudad, a fin de acopiar recursos de parte de la Federación. Y
es pertinente mencionar la injerencia del legislador cajemense Faustino Félix
Chávez, quien ha contribuido a fortalecer las gestiones sociales del
Ayuntamiento frente a la marea política contestataria, consiguiendo
recursos federales destinados a remodelar planteles escolares en la demarcación.
Ayer se mencionaba una derrama de más de dos mil
millones de pesos, gestionados.
en las arcas de la
Federación, y que son ya parte de los egresos de Cajeme para el año en curso. Lo anterior demuestra que el
municipalismo tiene vida, que no es un cadáver listo para ser inhumado. Se dan
pautas para revitalizar la institución del federalismo como brújula y conducto
para realizar apremiantes proyectos de modernización, vía la reforma
constitucional. Esto da certidumbre para emprender la vuelta hacia los
principios democráticos, sin violencia ni revanchismos.
La derrota del conservadurismo
pasa por el ejercicio honesto, recto e inquebrantable en la ejecución de los
principios del republicanismo y el cumplimiento de los deberes por encima de
funestas y corruptoras alianzas.