Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 11 de febrero de 2014

EL NUEVO MICHOACÁN: PARA NO OLVIDAR




Entidad de raíces ancestrales, perla brillante cultural y social del centro del país, Michoacán fue escogida por el crimen institucionalizado como centro experimental   desde cuyas trincheras se impusieron tácticas terroristas que incluyen extorsión, secuestros y muerte, protegidas por la impunidad y el contubernio.
Es, por hoy, ejemplo a no seguir, testimonio de ineficacia gubernamental,  complicidad y de inepcia en su más grotesca expresión.  Dos décadas atrás era región caracterizada por su laboriosidad, tenacidad, organización agroindustrial. Modelo exportador de productos agrarios, la tentación totalitaria, de liderazgos maltrechos se convirtió, al paso del tiempo, en tumba de los ideales de progreso, ilustración educativa y creatividad, desdeñando así sus orígenes, sus tradiciones y su emergencia en los nuevos tiempos de la política modernizadora.
El viejo federalismo, con todo y su carga de lastres de carácter administrativo, víctima del abandono hacendario y llevado a extremos de malentendida autonomía, independencia política y soberanía jurídica es, a la fecha, paradigma de abulia, de pandemia anarquizante, cuya recuperación es principal reto, desgastante y desafiante, que afronta la Federación.
El síndrome de la anarquía, por cierto, alcanza a zonas limítrofes en las cuales la criminalidad organizada impera sobre los gobiernos de leyes. Guerrero y Nuevo León enseguida, Oaxaca y Veracruz después, todo indica que las tareas de limpieza emprendidas desde la Presidencia con la participación de los tres órdenes de gobierno conllevan la determinación de erradicar las causas y no sólo remediar los efectos, el curar las heridas en vez de ir ala etiología de la enfermedad.
La crisis del federalismo y el tránsito hacia el nuevo pacto federal con base en las reformas actuales, tiene en Michoacán un vasto espejo en el que podemos ver nuestras flaquezas y debilidades, omisiones generadoras de vacíos de poder que, con lujo de impunidad, permiten proliferación de mandatos “de facto” y gobiernos “de nomine”, originados en la política de“usos y costumbres”.
Justamente, el abandono de los principios del republicanismo, de la democracia federativa, de la descentralización política y administrativa y de la consiguiente desconcentración de funciones, dio alas al propósito devastador de convivencia plural, de relativismo del poder entendido como corresponsabilidad, propiciado por las tentaciones autoritarias y opresoras.
Nuevo Michoacán da a entender el giro hacia senderos de la legalidad en contra de las pretensiones usurpadores del poder del derecho y las acechanzas del supuesto poder de la fuerza, la violencia y la impunidad. Un nuevo Michoacán es mucho más que metáfora política y reviste la determinación de dar un cambio radical para dar eficacia, rumbo y sentido a la idea federativa al amparo de estos tiempos de universalidad de la economía de mercado, pero regulada por firmes controles normativos y administrativos, inspiradores de valores de honestidad, patriotismo y prevalencia de un espíritu de servicio público entendido como responsabilidad, apego al deber por el deber, al Estado de leyes.Un nuevo Michoacán guiado por ejemplar conducta cívica de funcionarios, jueces y legisladores investidos por el ropaje de la lealtad a las instituciones, la consagración a las tareas de su incumbencia, y sin otra inclinación o disposición motivada por intereses gremiales o de agrupación ideológica.
Un nuevo Michoacán es la estrella renaciente capaz de alumbrar los rincones más apartados y recónditos: el amanecer de un federalismo nuevo, progresista, legalista y constructivista de pactos en verdad institucionales. No un federalismo de apariencia mediática al servicio de la demagogia, báculo y sostén  de la criminalidad organizada.