Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







viernes, 14 de febrero de 2014

EL AMOR Y LA AMISTAD A LA LUZ DEL IDEALISMO



(A Dulce María Granja, diligente académica kantiana)

A los 80 años, el 12 de febrero de 1804, expiró Manuel Kant, héroe de la Ilustración y fundador del idealismo crítico. Murió físicamente, pues su enseñanza, su idea del hombre, su concepto de educación y de la historia  en sentido universal, cosmopolita, perduran y vivirán  mientras haya una mente que piense, una voluntad que quiera y un modo de sentir con base en la idea protagórica del ser humano,“medida de todas las cosas”.
Fecundó la semilla del pensador de Abdera hasta convertirla en frondoso árbol genealógico del conocimiento. Llevó hasta sus últimas consecuencias la doctrina de Sócrates expresada en el aforismo “Conócete a ti mismo”. Iluminó con su vida y muerte la prédica judeo-cristiana sobre el amor y la amistad, llevándola hasta la experiencia social, y convirtiéndola en discurso racional, propuesta encaminada a dilucidar la finalidad de la existencia, los enigmas de la finitud y la trascendencia de acuerdo con ideas regulativas  de perfectibilidad humana.
Si las tres Críticas (de la Razón Pura, de la Razón Práctica y del Juicio) integran la teoría filosófica sobre el sujeto-hombre de la experiencia, sobre su capacidad creadora y sus acotaciones dentro dela experiencia, sus escritos relacionados con la religión según los principios de la razón, y de la paz con arreglo a la legalidad regida por la noción de pacto y del cosmopolitismo, representan éstos el esfuerzo kantiano en búsqueda de la trascendencia y la continuidad de lo humano por encima de lo transitorio y contingente. Es decir, en estos ensayos vibra el afán del filósofo en genial búsqueda hacia lo eterno-humano, hacia la infinitud, abriéndose paso en tenaz y vigoroso voluntarismo, anticipando tesis de Schopenhauer en “El mundo como Voluntad y Representación”.
Desde las breves páginas (más o menos veinte en total) de la “Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita”, Kant perfila el itinerario desde el cual la noción de lo humano transita hacia la totalidad de la cultura por medio de la ilustración educativa, a través de principios, acuerdos, relaciones pactuales y tratados concurrentes en el seno de la sociedad internacional.
Por esa vía, el espíritu cosmopolita, el universalismo en despliegue, trasciende el concepto de hombre en estado de naturaleza, y reafirma en la idea desinteresada del amor a lo humano por lo humano mismo, superándose, así, los riesgos del erotismo, del solipsismo egoísta y las tendencias autodestructivas y destructivas que hay en el trasfondo de la subjetividad.
“La Paz Perpetua” es corolario que subsume sentimientos éticos hacia la convivencia y la solidaridad en donde el amor al prójimo, al forastero. ya la amistad por la amistad, adquieren el sentido laico, de tolerancia, motivados por el altruismo como fermento de trascendencia y universalidad. Ahí anida el ideal de Humanidad al margen de sujeciones dominadoras y denigrantes.
En su “Respuesta a ¿Qué es la ilustración?” el lector se encuentra  frente a ideas de tolerancia religiosa, ante el reto de ser uno mismo y  de cara al impulso  a ser audaz frente a las ataduras del dogma y la autoridad, mal entendida ésta por supuesto. El principio de autarquía, de responsabilidad y de estar a las resultas del cumplimiento del deber por el deber mismo, resplandece con luz propia, irradiando hacia el interior del hombre y en sus vínculos con los demás.

En el Día del Amor y la Amistad, Kant y después Herman Cohen (“La Religión de la Razón desde las fuentes del judaísmo”) nos hacen el gran beneficio de poder reflexionar sobre estas virtudes constitutivas del hombre en sociedad, del ser humano como proyecto  en aras de trascender la finitud de la existencia.