Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 18 de febrero de 2014

ACUEDUCTO INDEPENDENCIA: “A CADA QUIEN LO SUYO”



Después de largos, tensos e intensos ocho meses, se hace luz en el  Acueducto que estuvo a punto de fracturar a la entidad sonorense en bloques irreconciliables, por el uso y abuso en relación con el vital insumo: el agua.
Triunfa el recurso a la legalidad y se sobrepone al imperio de la arbitrariedad, el despojo y la violencia. En ciertos aspectos, la controversia recuerda el  según el cual el Rey sabio, Salomón, afrontó la crucial alternativa: proponiendo condiciones lógicas, incontrovertibles, a fin de resolver sobre la legitimidad de la progenitora en disputa.
A un excesivo costo político y administrativo, aprecio oneroso en lo mediático, que no en lo informativo, el Acueducto denominado “de la Discordia” por lo antes mencionado, se meció en regazo improvisado, recibió la bendición del ex Mandatario Felipe Calderón aun siendo nonata la obra. Y, por último, a la fecha su operación es piedra de escándalo,  dolor de cabeza, no jaqueca, para la propia Federación.
Hoy puede verse, con suma claridad, a pesar de los altibajos del conflicto, con todo y la lentitud de la administración de justicia, los acosos, amenazas y ofertas tentadoras de los amos del poder público, que siempre será preferible la fuerza de la Ley  y no  la ley del “quítate tú que me pongo yo”. Y que, al final de cuentas, resplandecerá el sol dela equidad y la justicia, despejándola oscuridad letal.
Lo expresado por el alcalde de Cajeme, Rogelio Díaz Brown, sintetiza el sentir que anima a los defensores del agua en el Valle: de líderes del Movimiento Ciudadano, de la indoblegable dirigencia de los Yaquis; en fin,de productores agrícolas de la región. Reafirma y confirma la tesis convertida en proclama: dar a cada quien lo suyo. Es decir, reivindica los títulos legítimos que corresponden a los usuarios del Valle sin detrimento de la expectativa actual de los habitantes de Hermosillo en lo que se refiere al abasto doméstico del insumo.
Pero el dar a cada quien lo suyo significa, según lo declarado por el Presidente Municipal, reconocerlo suyo de cada quien con arreglo a Derecho, conforme a las disposiciones normativas vigentes en la materia, sin torcer el contenido de los conceptos, y sin obstruir los acuerdos y convenios entre las partes, dejando a las instituciones hacer valer, y ante todo respetando, su competencia y a los órganos jurisdiccionales el dar validez y eficacia a sus resoluciones.
Honrar, honra. Cabe subrayar la recta posición asumida por el legislador sonorense Faustino Félix Chávez, y por el Ejecutivo cajemense Díaz Brown, cuya entereza y pundonor, desde principio del conflicto, lo llevó a ejercer ejemplarmente sus funciones de cumplir y hacer cumplir el Derecho hasta sus últimas consecuencias. Tomaron ambos el nada cómodo sendero de la normatividad jurídica por encima de cualquier concesión política o de interés ajeno a la realización del principio de la constitucionalidad de la legislación y de la legalidad de su ejecución, fundamento de la convivencia ciudadana al amparo del Estado de Derecho.
Quedan pendientes, sin embargo, graves y urgentes asuntos: el abasto de agua a los hermosillenses; el trasvase del líquido y,por tanto, el funcionamiento del Acueducto; la búsqueda de alternativas: construcción de plantas tratadoras que favorezcan a comunidades como Guaymas y Empalme. Y por supuesto, la administración y vigilancia en el suministro del recurso. Pero se dan, con pertinencia y determinación, pasos tendentes a superar el conflicto por el camino institucional.

Y queda para el mediato e inmediato futuro, el no desestimar las peripecias ocurridas con el afamado Acueducto. La memoria histórica es, como en casos similares, el mejor antídoto para evitar conflictos, afrontándolos en tiempo y forma.