El 16 de febrero de 1804 murió Emmanuel Kant,
figura emblemática de la filosofía moderna, en su natal Könisberg. A dos
siglos, su presencia en todo el planeta es insoslayable. Vida y obra suyas,
resplandecen día a día. Cada aurora y cada ocaso son testimonio de su
perennidad. Como astro sideral, su enseñanza ilumina los siglos que le precedieron, alumbra el
presente y esclarece el porvenir.
Dulce María Granja ha sido y es promotora señera
de la vida y obra del pensador prusiano. Desde el cubículo y la cátedra; a
través de la palabra escrita y hablada, en la UNAM y la UAM, su eros kantiano
la lleva a traducir cientos y cientos de páginas del alemán al español:
“Crítica de la Razón Práctica”, “Sobre el Sentimiento de lo Bello y lo
Sublime”.
El nombre de Kant
brota cotidianamente de sus labios, en el aula y el auditorio. En 2004, hace
nueve años la escuchamos durante su disertación en el solemne homenaje al pensador
con motivo del bicentenario de su muerte, efectuado en la Facultad de Filosofía
y Letras de la UNAM. Después, hemos reflexionado en soledad, leyendo y
releyendo sus ensayos, prólogos y sus eruditas tablas de correspondencias de
traducción de términos en traslaciones
propias y de especialistas extranjeros. Su labor merece un galardón para
reconocerla como distinguida voz y valiosa pluma que contribuyen admirable y
discretamente en la difusión del
pensamiento crítico, desde su personal interpretación y expresión diáfana de
talento, dedicación y firmeza intelectual. Son beneméritas sus aportaciones al
conocimiento de Kant, por su vocación a fin de dar a conocer en diversos medios
al héroe de la Ilustración universal.
Hace tres meses, por
estos días, la maestra Granja Castro participó, en Bogotá, Colombia, en el
coloquio internacional sobre Kant con la ponencia “Kant en el siglo XIX”, en la
que retomó el hilo de sus investigaciones que se refieren, con base en documentación inédita, a la influencia
directa y mediata de la filosofía crítica en México, desde los remotos tiempos
de la Independencia.
Ella es autora de
obras que avalan lo anterior: “Kant en Español” (UNAM, UAM, 1997) y “El
Neokantismo en México”(UNAM, 2001). Asimismo, impreso en España (Anthropos,
2010), es autora de “Lecciones de Kant para hoy”.
En Bogotá, su ponencia
refrenda la continuidad de su misión para difundir a Kant como un pensador que
ha dejado huellas y abierto horizontes en el quehacer educativo, reformador,
instaurador y apologético de libertades, derechos, obligaciones y
responsabilidades que confluyen en la formación del hombre de la cultura
democrática, republicana y, al propio tiempo, al agente del cosmopolitismo en
manos de estadistas como el presidente Wilson
tras la Primera Guerra Mundial y de la Sociedad de Naciones al igual que
de la actual Organización de Naciones
Unidas.
El pulso kantiano
volvió a palpitar en Colombia desde la disertación de la Dra. Granja al evocar
a José Luis Mora, al reformista Melchor Ocampo y al culminar en tono mayor con
los enunciados programáticos de Barreda, Sierra, Parra y Caso. Envuelto en
ropajes del eclecticismo, de los iconoclastas de aquel tiempo, entre nubes y
nubarrones de los idealismos absolutos en boga, Kant se abre airoso y señorial
paso, al igual que lo hizo, con donaire, en la pasada centuria frente a los
partidarios del marxismo, el existencialismo, el positivismo lógico y otros “ismos”más, de nada grata memoria.
Dulce María es doctora en filosofía, directora
del Centro de Documentación Kantiana (UAM), presidenta del Consejo Directivo de
la Biblioteca Immanuel Kant para la publicación de la obra del filósofo, en
edición bilingüe. En suma, es catedrática en la UNAM del curso “Filosofía de
Kant”; Maestra indiscutible en la amplia connotación y extensión del concepto.