Sobre la Secretaría de Educación
Pública descansa el peso de una ingente ya la vez noble responsabilidad.Por lo
demás, con palabras de su titular, el ex secretario de Gobernación, Emilio
Chauyffet, la SEP da la impresión de ser un fragmentado y atemorizador
archipiélago. Chuayffet Chemor,empero, surge como promisorio educador, confiable y digno continuador de Vasconcelos
y Caso; sucesor emérito del ilustre escritor y pedagogo, don Jaime Torres Bodet.
Durante su primera
intervención en el cargo, Chuayffet Chemor ha dado la impresión de ser el Ulises
criollo que México necesita,a fin de impulsar el proyecto de reforma integral,
y lograr que la enseñanza elemental, media y media superior, sean columnas vigorosas dela educación nacional.
De grandes dimensiones es la
reforma del Presidente en ese enclave como para dejarla a la buena de Dios; es
decir, en manos de manipuladores convertidos en guías y rectores de la
educación en el país. Mucho es lo que está en juego como para abandonar las
grandes directrices y los pormenores de la reforma en manos de líderes
partidistas,seguidores y apoyadores de políticos encumbrados; sindicalistas y
comerciantes de plazas laborales como para dejar que,ellos,presuman injerencia
en la elaboración e implementación de planes y programas de estudios.
Al igual que el rector de la
UNAM, Guillermo Soberón hace tres décadas, prodigiosa linterna que iluminó
caminos a fin de que la reforma de la autonomía universitaria llegara a buen
fin, así nos parece ahora Emilio Chuayffet. El titular de la SEP tiene ante sí
la honrosa y ardua encomienda de conjuntar esfuerzos, energías y talentos como
los que allegó, con aquel efecto, el
citado líder universitario sucesor de don Alfonso Caso, para dar a luz la Ley Orgánica de la Universidad en
1945.
Merecen ser invocados los
distinguidos universitarios DiegoValadés, Ignacio Carrillo Prieto, colaboradores del rector; asimismo, los prestigiados académicos: José
Kumate, Jaime Martusccelli, José Narro, rector de la UNAM, entre otros.
No dejó Soberón Acevedo al
azar el destino de la reforma. Hizo valer lo sustancial de las funciones
institucionales, la difusión y la extensión universitarias en su carácter de
faros irradiadores para convencer de la bondad y los méritos de la reforma. No
escatimó energía para poner a consideración de la opinión pública aquellos
lastres y ataduras que padecía la
comunidad y frenaban los quehaceres educativos de la UNAM. Para decirlo con
pocas palabras, denunció abierta y valerosamente el viciado sindicalismo que
anteponía sus intereses a los fines académicos: la enseñanza y la
investigación, así como la comunicación cultural intra y extramuros.
Ahora, en el equipo del
secretario de la SEP hay funcionarios con acreditada trayectoria ejecutiva, la
cual hace esperar óptimos resultados. Por caso, Fernando Serrano Migallón
y César Bécker Cuéllar en labores clave (educación media superior y en el frente
jurídico), donde confluirán situaciones frente a las que, a la experiencia y la
preparación profesional, deberán sumarse vocación persuasiva y capacidad de diálogo
e interlocución, así como destreza y eficacia en el planteamiento y la
resolución de los problemas inmediatos.
Educar es enseñar a crear.
Sin embargo, será larga y escabrosa la jornada que espera al secretario
Chuayffet y a todos los funcionarios y colaboradores próximos del nuevo líder de
la educación nacional. Por fortuna, hay consenso favorable en torno a la
reforma dentro de las filas del claustro magisterial; asimismo hay mesurado
optimismo entre padres de familia y alumnos; entre asistentes, funcionarios y
colaboradores del equipo impulsor de la modernidad educativa en el México del
siglo XXI. ¡A un buen comienzo, un mejor final!