Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







domingo, 30 de diciembre de 2012

A PESAR DE TODO, BRILLA LA ESTRELLA DE LA PAZ




Por encima de las amenazas bélicas en Oriente Medio, de las masacres en el vecino país, de las provocaciones aquí y allá en nuestra maltrecha geografía política, la estrella de  Belén alumbra con la misma intensidad que en el pasado.
En estos días, desde Israel el ícono del Nazareno convoca a la comprensión y el entendimiento más allá de las rencillas inveteradas y de nuevo cuño.
Hebreos y palestinos, judíos y árabes, dirimen su controversia histórica con apoyo en las armas.  En vez de la razón y la buena voluntad, expresan por medio de bombas y fusiles lo que consideran fundamento legítimo de sus acciones.
 Con todo, el símbolo se impone sobre los barruntos de violencia y su luz se expande e  invade más allá del odio, el rencor y el afán de venganza.
Brilla, por tanto, la estrella de la paz en la mayor parte del firmamento que  forma parte del hábitat humano.
La paz por medio del Derecho, a través de las palabras de la Ley es, por hoy, la hoguera inapagable que se sobrepone a la oscuridad, al terror y a la confusión tras las tinieblas.
No es, en efecto, la paz de los sepulcros.
Tampoco, mucho menos, es la paz por medio de la fuerza, por la imposición del más fuerte: la paz por medio de la intimidación y del terror.
Es, ciertamente, la paz por medio de la Ley. La paz convertida en norma obligatoria, fundamento de toda conducta,  pues todo acto por el hecho de ser humano es un acto debido, responsable de consecuencias: medida de lo humano, del deber inexcusable.
Así, la estrella de la paz no está por encima de nuestras cabezas. Desde Kant, dimana de la entraña de la voluntad, de lo íntimo del ser; es decir, de la buena voluntad  dentro de los límites de la autonomía.
El símbolo adquiere, de ese modo, sentido de proyecto: traduce la idea de fin final entendido como deber.
Como estrella polar, la estrella de la paz ilumina la convivencia a la manera de antorcha que guía a través del impetuoso océano. O bien, como señal que brilla intermitentemente en el lóbrego desierto. A pesar de que resulta inasible e inalcanzable.
En dicho sentido la estrella de Belén, símbolo permanente en la historia del cristianismo y de la Humanidad misma, es la estrella fascinante de la paz que conmueve y motiva para buscarla y procurarla afanosamente como una idea que regula, a título de ideal y anhelo en pro de una convivencia firme, perfectible y duradera.
De Nazareth a Belén y de ahí a Jerusalén, la capital del monoteísmo, el símbolo de la paz irradia su fulgor milenario. Pero sus límites, alcance y jurisdicción han rebasado los comprendidos entre el Mar Rojo y el Mar Muerto. Hans Kelsen, príncipe de los juristas contemporáneos, descendiente de los padres fundadores de Israel moderno, ha convertido la aspiración de la paz universal en el propósito esencial de la sociedad internacional, cosmopolita: dotando a su razón de ser el carácter de artífice de  la convivencia y del entendimiento humanos,  por medio del Derecho.       
Volviendo a nuestro punto de partida, habría que reconocer que la estrella de la paz permanece como luz que ilumina a pesar de los altibajos que rodean a comunidades enteras en diversas regiones del planeta. O, en el mejor de los sentidos, perdura por ello mismo. Acosos y provocaciones no faltan, tampoco menudearán. La guerra de guerrillas y el terrorismo acechan con el objeto de preponderar sobre los menos indefensos. El poder de la fuerza y no la fuerza de la ley, es su impronta y su consigna.
Kelsen, filósofo de la paz dejó escrito en “Derecho y paz en las relaciones internacionales”: A pesar de todo, parece que  la idea del Derecho sigue siendo más fuerte que cualquier otra ideología de poder”.