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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 17 de octubre de 2011

¿JUICIO POLÍTICO AL GOBERNADOR PADRÉS? LA PUNTA DEL ICEBERG


                                              Por  Federico Osorio Altúzar

Jugó el gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías, al gato y al ratón, y está acabando su apuesta al revés: la presunta víctima, el ratón, está en condiciones de comerse al gato, contrariamente a lo que suponía el ahora mandatario en apuros. Olvidó que un antecesor suyo, don Plutarco Elías Calles, proclamó al asumir el poder presidencial que México era un país de leyes. No de temperamentos.
Inexperto en la función de gobernar, Padrés Elías se propuso resolver la demanda de agua, por parte de un millón de habitantes de la capital del Estado, quitando el insumo a sus inmediatos consumidores del Valle del Yaqui. Procedió con la máxima del anarquismo según la cual lo justo es dar a cada quien lo suyo. Así, por encima o al margen del Derecho.
Hizo lo consabido: efectuó las licitaciones de rigor, contrató a las empresas ganadoras, hizo acopio de recursos públicos, los de todos los sonorenses (del norte y del sur) y puso en marcha la obra multimillonaria. Actuó con la prepotencia de aquella paraestatal (PEMEX) invirtiendo dineros como si fuesen propios.
Una vez inferido el daño, Padrés comete la ofensa de repartir culpabilidades a diestra y siniestra. Acusa, como si fuese un fiscal, a los indígenas tildándolos de comparsas de los otrora poderosos y prósperos agricultores; señala a los priistas (líderes de opinión, diputados locales y federales) de promover un movimiento social en su contra. Y el colmo: se hace el desentendido a las resoluciones judiciales, una y otra vez, en cínico desacato a las órdenes de suspender la obra que, por hoy, divide a los sonorenses, provocando un conflicto de insospechados efectos sociopolíticos y económicos.
Padrés ha ido más lejos de lo permisible y de lo que él calculó como legítimo  y sus consejeros le hicieron creer. Cayó en lo temerario. Desconoció que impera en las letras de la ley el principio de la separación (coordinación) de poderes; soslayó la idea de que, a pesar de lo que sostienen los tránsfugas de la responsabilidad, Estado y Derecho son una y la misma “cosa”; quiso ignorar que aún siendo titular de un poder (en el caso, el Ejecutivo), es imposible saltar sobre la propia sombra.
Querer eludir la consecuencia de asaltar el poder por parte de un titular del poder público,  sólo lleva a sumar consecuencias de mucho mayor peso.
Así, ahora. Se oyen pasos sobre el tejado de Palacio de Gobierno en Hermosillo. Los inconformes con el acueducto, por cierto mal llamado “Independencia”, piden juicio político contra el Ejecutivo estatal. (No se olvida el caso de Carlos Armando Biebrich, asimismo contra campesinos indígenas del Valle de Guaymas)  Si es el desacato es la consecuencia. Se pide el triunfo de la imputación jurídica. No más, no menos.
Mal andan las cosas para los panistas en el poder. El jefe del Ejecutivo Federal, Felipe Calderón, mal sobrelleva el temporal que azota sobre Los Pinos. Desde el exterior provienen voces que comienzan a delatarlo como responsable por delitos de “lesa Humanidad”. Éstos, documentados en los más de cincuenta mil asesinatos impunes como saldo de la “guerra no declarada” contra una potencia invisible, pero igualmente destructiva: el crimen organizado convertido en pretexto, asimismo, de violar la Constitución, socavar el federalismo invadiendo soberanías estatales y municipales, y dividiendo al país en compartimentos estancos de poder.
Y haciendo de la competencia por el poder político una reyerta de todos contra todos.
Al final del día, es decir, del sexenio, pierde sus reservas el PAN, avanza triunfal la campaña de López Obrador y el PRI afronta grave riesgo de ver mermada,  en modo alguno suprimida, la delantera para regresar a Los Pinos con su abanderado: el vencedor virtual, Enrique Peña Nieto.