Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 7 de febrero de 2011

PSICOTERAPIA: ALIVIO PARA LA ANSIEDAD




                                                      Por Federico Osorio Altúzar

Acabo de leer en la página de Universidad Gestalt (MundoGestalt.com) el ensayo de María Ivett Clark Perla, publicado con el rubro arriba enunciado, el pasado 14 de enero, cuyo tema atrae al lector, por su actualidad, y lo persuade a seguir el texto hasta el final. Temas como el de la ansiedad, el miedo, el delirio o la depresión, en mayor o menor medida, nos atañe a todos, directa o indirectamente, de forma individual o social.
Desde el ya lejano año en el que Lawrence K. Frank dio a conocer su disertación intitulada “La sociedad como paciente” (1941), la literatura psicoanalítica sobre temas que representan trastornos mentales como el susodicho,  ha registrado un auge extraordinario impulsado por la irrupción de manifestaciones atípicas en la vida posmoderna.
Erich Fromm dio a conocer en aquel año su ya clásico estudio difundido en varias lenguas “Miedo a la libertad”, en donde analiza los efectos de la desocupación, la amenaza de la violencia, los barruntos de guerra, todo lo cual confluye en el sentimiento de soledad e insignificancia, así como de impotencia, hasta llegar a la sensación de pánico.
Frank, por su parte, sustentaría la hipótesis crítica en el sentido de que no hay algo dado como una parte del cosmos. Expresa que “el orden social ha de obtenerse y la naturaleza y el carácter del orden social que se pretende, han de obtenerse”. Estarán dictados, agrega, “por las creencias y los supuestos culturales básicos y por la condición de la sensibilidad o el sentimiento que esa cultura desarrolla en los individuos que compone el grupo”.
Volviendo al escrito de Clark Perla, cuyo apoyo bibliográfico incluye, entre varios autores, a David Burns y Ricardo Ros, cuyos ensayos se ocupan del tema a partir de la posibilidad de decir  “adiós” y  por un “stop” a la ansiedad, expone el tema bajo la orientación  de la psicología clínica según la siguiente hipótesis: cada persona tiene una manera determinada de ver (y comprender) el mundo. Precisa: esta forma de establecer una relación con la realidad depende de los filtros que vaya poniendo a lo largo de su vida, a través de la cultura, la educación, las relaciones afectivas, lo que considere un éxito o un fracaso.
Ahora bien, si la ansiedad es un trastorno de la personalidad y, sin eufemismos, es un trastorno mental, no habría que adjudicar a lo externo, sin más, las causas de dicha distorsión o las que le son adyacentes, la obsesión por caso. Nos hace recordar aquí la admonición del poeta y filósofo Friedrich Schiller: no lo busques fuera, ahí lo busca el loco; está dentro de ti, tú lo produces incesantemente.  
Ivette Clark invoca a Ros para quien la ansiedad “no es más que una forma que tiene nuestra mente, nuestro pensamiento, de relacionarse con la realidad. Es una manera equivocada, confusa y distorsionada, de ver la realidad. Las personas que tienen ansiedad confunden la representación que hace su pensamiento de lo que ocurre, con la realidad misma. Ellas ´saben ´ intelectualmente,  racionalmente¸ que esa no es la realidad, pero no pueden evitar ´sentir´ una realidad inexistente, que les produce miedo y ansiedad”.
Hasta aquí Ros y hasta aquí nuestra reseña del ensayo.
Pero no cerraríamos nuestro comentario sin esta acotación de María Ivette: “La gran noticia es que hoy en día resulta posible superar la ansiedad sin medicaciones, y con el pronóstico de una recuperación completa. Existen, asegura, diversos modelos psicoterapéuticos.
Esto nos recuerda, por cierto, al viejo filósofo griego Antifón, hace dos y medio milenios, y su tesis sobre el arte de combatir la tristeza; es decir, los orígenes del psicoanálisis cuando la palabra, el verbo, el diálogo y la interlocución sirvieron a la finalidad de mitigar los efectos de trastornos psicológicos. Desde entonces…