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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 15 de febrero de 2011

EL EROS KANTIANO: LIBERTAD DE ESPÍRITU Y AMOR A LA HUMANIDAD


                            Por Federico Osorio Altúzar                
(En memoria de G.H. Rodríguez y Francisco Larroyo)

Es muy grato evocar la figura de un ser humano excepcional. Un hombre “modesto y profundamente honesto”, dice la Dra. Dulce María Granja en el Estudio preliminar a una de sus obras perennes. Un hombre que resiste al tiempo con su enseñanza, templanza y dignidad.
Un hombre que elevó a lo universal, la noción de Humanidad postulándola como idea: tarea por la cual se afana la totalidad de los seres humanos. Un  hombre para quien la finitud no fue motivo de frustración y derrota. Un hombre para quien la religión brota del corazón y se vivifica en la fuente inescrutable de la razón. Ese hombre es Immanuel Kant.
En el Estudio preliminar a las “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, de Kant (FCE, 2004), traducida por la Dra. Granja Castro, puede leerse en su bello homenaje al maestro de Könisberg: “En el ocaso de su vida Kant declaró al médico que lo atendía que nunca se había apagado el amor que sentía por la humanidad. Por mi parte, daré por muy bien pagados todos mis esfuerzos si con la lectura del libro que tenemos en las manos se puede despertar en los hombres y mujeres de hoy una mirada profunda y delicada de ese mismo amor”.
Impulsada por su eros kantiano, la doctora Granja es sin duda la promotora más destacada por su generoso esfuerzo, perseverancia y determinación, consagrado en la ardua labor para difundir en lengua española la obra de Kant, poniendo al alcance de lectores afortunados el tesoro del pensamiento crítico en impresiones bilingües, escrupulosamente presentadas con el máximo decoro editorial y elevado profesionalismo. “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime” dio inicio, por cierto, a la Biblioteca Immanuel Kant del FCE.
Académica muy respetable en el claustro de profesores universitarios (UNAM y UAM), su prestigio intelectual se incrementa en la medida que la Biblioteca Immanuel Kant, impresa por el Fondo de Cultura, enriquece su acervo, y así su muy considerable contribución si se toma en cuenta que, en poco más de seis años, ha participado en dar a conocer obras de Kant como las siguientes: “Crítica de la razón pura”, Crítica de la razón práctica”, “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, “Los progresos de la metafísica”. Añadamos su autoría en libros como “Kant en español” (UNAM-UAM, 1997) y “El neokantismo en México” (UNAM, 2001). Dirige en la UAM, el Centro de Documentación kantiana.  
(Aquí un paréntesis: Guillermo Héctor Rodríguez y Francisco Larroyo, héroes del neokantismo en México, irradiaron saber filosófico crítico principalmente desde las aulas universitarias entre los años de 1940 a 1970. Alumnos suyos, maestros inmediatamente después, tienen sitio eminente en la memoria de esta vertiente de la filosofía: Bernabé Navarro, Fausto Terrazas, Ulises  Schmill, Ricardo Guerra y Miguel Bueno, para citar a quienes ahora vienen a la memoria)
La fortuna ha querido que el eros kantiano continúe brillando, en singular continuidad; que la antorcha del criticismo filosófico ilumine, con asombrosa intensidad, en momentos en que el genio y la visión universal de Kant tienen mucho qué decir en temas como el avance portentoso de las ciencias, de la historia y las técnicas del arte. Asimismo, en asuntos apremiantes sobre la guerra y la paz, la libertad de expresión, la igualdad de género; en fin, de la democracia sin fronteras, la educación laica, el armamentismo y el derecho a la autodeterminación.
Kant palpita, con vigor extraordinario desde la cátedra; alumbra en la página impresa, vibra en los parlamentos, inunda con renovada lucidez todos los espacios de la cultura y el saber. Hace oír su “Sapere aude!” y el “De nobis ipsis silemus”.