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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







miércoles, 8 de septiembre de 2010

UNAM: EL HOMENAJE A GUILLERMO SOBERÓN


A tiempo, con generosidad y plenitud de afectos, el homenaje rendido el pasado mes de abril al doctor Guillermo Soberón Acevedo, el Rector Magnífico de nuestra máxima casa de estudios, ha sido espléndido preámbulo de los festejos centenarios de la Universidad Nacional inaugurada por el maestro Justo Sierra, el 22 de sepriembvre de 1910.Con sello de la UNAM, circula recientemente un libro en el que se compilan contribuciones de  colaboradores, colegas y amigos suyos.
Guillermo Soberón es figura emblemática en la historia de México. Universitario de cepa lo llama el rector José Narro, quien escribe en el libro-homenaje: “Al término de sus dos periodos rectorales entregó una universidad en paz, ordenada, con una institucionalidad consolidada e inmersa en el trabajo productivo” 
Después de la Presentación del rector Narro Robles, la primera contribución es del doctor Jaime Martuscelli, sin duda el más cercano, fiel y lúcido continuador del legado académico y científico de Guillermo Soberón, dentro y fuera de la UNAM. Más adelante, los ensayos de los doctores en Derecho, Diego Valadés y Jorge Carpizo. Se echa de menos, sin embargo, la aportación del doctor Ignacio Carrillo Prieto, autor de valiosa investigación sobre el estatuto del personal académico de la Universidad.
Por los festejos centenarios y el eminente lugar que revistió y ha desplegado la Preparatoria en su luminosa trayectoria, destaca la participación del licenciado Enrique Espinosa Suñer, pilar indudable del plantel juarista-barrediano, quien, con el maestro Raúl Pous Ortiz, ha presidido, y preside, los destinos de la benemérita institución. ”Guillermo Soberón: un preparatoriano ilustre” es puntual y lúcida síntesis del resurgimiento de la institución en los inciertos años tras el conflicto estudiantil de 1968.
En la página 107, puede leerse: “A lo largo de casi siete años compartí con el rector su preocupación por los problemas que aquejaban a la ENP entre los que destacaban: elevar el nivel académico, mediante el establecimiento de diversos cursos de preparación para el profesorado; actualizar el plan y los programas de estudio; impulsar decididamente la difusión de la cultura; incrementar la modernización de las instalaciones y emprender un efectivo combate a la violencia en los planteles preparatorianos”
La tesis de Guillermo Soberón era en el sentido de que: “La Universidad Nacional será más vigorosa, en la medida en que su enseñanza media se consolide para la formación de futuros profesionales”.
Hoy en día la Nacional Preparatoria prosigue el ideal del Presidente Juárez en torno a una educación laica, libre de dogmas y prejuicios; nacionalista pero abierta a la universalidad de las ciencias y las humanidades. Heredera del positivismo filosófico y pedagógico de los doctores Barreda y Parra, propaga los valores de la cultura humanística, del conocimiento de la naturaleza y la sociedad; impulsa la dignidad de sus adolescentes y jóvenes; se encamina a una etapa de renovación hacia dentro y hacia su entorno social.
Conducida la Preparatoria, ahora, por primera vez, por una psicóloga, la maestra Silvia Estela Jurado Cuéllar, una de sus primeras acciones ha sido proponer la refundación de lo que será el Centro Preparatoriano de Atención Psicoterapéutica, un palpitante interés de la comunidad universitaria, del rector José Narro Robles, de los preparatorianos incluyendo a sus padres  y familiares; en fin, a trabajadores y docentes. El objetivo es  proteger, salvaguardar y rescatar su más preciado patrimonio, su población estudiantil. Y con ello  implantar  la cultura de la legalidad, propagar la de la prevención, alentar el cultivo del arte, el deporte, la expresión literaria.
Acertada contribución, esto último, al Centenario de la Universidad Nacional.