Ser universitario no es asunto
fácil, cómodo o de efímera ostentación. Se requiere de entereza,
responsabilidad y grandeza de ánimo.
En 1968, los universitarios
de bien, de cepa pura con palabras del ex rector Guillermo Soberón, símbolo de
lo que arriba escribimos, dieron prueba de ello, poniendo en riesgo sus propias
vidas. Aunque no, en modo alguno, sus convicciones.
El jefe nato de la
institución, Javier Barros Sierra, convirtió la autonomía universitaria en
coraza y escudo con el fin de ejercer lo genuino de la casa de estudio: su
derecho a organizarse, nombrar a sus funcionarios y enseñar a crear de manera
laica y sin tabúes.
Al rector Graue y
a todos los miembros de la comunidad nos corresponde ahora salir al frente para
defenderla de intromisiones ajenas, liberarla de ataduras inefables y de cualquier
clase de tráfico de influencias e intereses oscuros.
Viene enseguida a
la mente el mensaje de la bióloga María Dolores Valle Martínez, nueva directora
general de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), quien coordina actualmente
la función directiva del ancestral centro académico.
Bien se sabe que
la Universidad Nacional tiene dos grandes entradas, anchurosas y señoriales
ambas: los CCH (Colegios de Ciencias y Humanidades) y el que representa, con
lujo de edad avanzada, el conjunto de las nueve escuelas disgregadas en toda la
Ciudad capital.
La nueva directora
general de éstas dio el mensaje de bienvenida a los nuevos bachilleres de la
ENP mediante conceptos que enaltecen el mérito de ser universitario
(preparatoriano en el caso) y reconociendo sus anteriores logros con estos
términos: “Tu esfuerzo y tu desempeño escolar han rendido frutos”.
Mención especial
merecen los nuevos alumnos en la prestigiosa institución que, bajo la
denominación de Iniciación Universitaria, entran a la UNAM por los
privilegiados y ameritados espacios académicos.
De todos ellos,
colectiva e individualmente, la casa de estudios espera frutos apetecibles,
profesionales honestos y eficientes, ciudadanos de entera confianza moral y espíritu
constructivo.
A todos ellos
dirigió su alocución de bienvenida la académica mencionada. “Esto significa,
subrayó, que desde hoy eres ya un universitario con todas las ventajas y
responsabilidades que esta prestigiada institución nos marca”.
La académica en
cuyas manos están las escuelas preparatorias de la UNAM indicó que les esperan años arduos en lo escolar a
estos flamantes universitarios. Tras una estancia muy provechosa les auguró un
futuro brillante que habrá de permitirles elegir, además, la carrera de su
interés, entre más de ciento veinte que imparte la Universidad.
Convocó a los
universitarios de reciente ingreso a
procurar la obtención de conocimientos al par que los instó a cumplir los
términos que habrá de forjarlos como personas valiosas y eficaces en su papel
de ciudadanos responsables, ejemplares y comprometidos con metas y objetivos
dignos de ser asumidos por la mayoría.
La participación
personal en las nuevas tareas académicas es y será el mejor camino a transitar.
La comunicación es palanca que mueve a la sociedad contemporánea; los recursos
tecnológicos han sido obra de humanos para servir a los humanos. No para
envilecerlos.
Ser universitario
es un reto y no dádiva alguna. Es objetivo, no herencia genética inexorable. Es
puerta abierta a la libertad de elegir y de escoger para contribuir, con
renovados valores, a una sociedad en la promoción de bienestar y prosperidad. Pero
bienhabido.