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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 12 de febrero de 2018

DE KÖNISBERG A KALININGRADO: LA PAZ PERPETUA

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La ciudad en la cual el filósofo Kant vivió, estudió, escribió, enseñó y murió, llevó el nombre de Könisberg, es hoy en día Kaliningrado, un trozo de la vieja Prusia y en consecuencia parte del territorio europeo.
En dicha urbe, de la que el insigne pensador, como Sócrates, jamás abandonó y en la que Hannah Arendt  se formó e informó educativamente, Kant pensó y meditó en los principios, asimismo, de su obra “La Paz Perpetua”.
Könisberg ayer; hoy Kaliningrado. Aquí  y ahora, el nombre no es lo de menos.
La primera evoca el ambicioso proyecto de paz ideado jamás por mente humana; la segunda alude a la sede en la que se ventilan presagios bélicos, preludio de la tercera y última llamada para la destrucción del género humano.
Perdura, no obstante la herencia para la Humanidad a través del pensador de Könisberg. Y esta ciudad al igual que la Atenas de Pericles continúa en la memoria filosófica, como símbolo de la cuna en que meció y maduró sus ideas el autor de las tres Críticas que dieron rumbo y certidumbre a las reflexiones de segundo grado.
Kaliningrado es, por hoy, la estación en donde se esconden los escarceos y propuestas   inspiradas en el odio y el rencor, predispuestos de inmediato a la contienda y a la conflagración.
La paz por medio del derecho sería, entonces, el corolario de la paz perpetua esquematizada por el genio fundador de la negociación y la concertación basadas en la voluntad jurídica.   
Botín de guerra, Kaliningrado representa, en contrapartida, el renacer de principios de este violentado siglo XXI, empeñado en que prevalezca el afán de predominio por encima de la concesión, el diálogo y el compromiso.
Por cierto, Hannah Arendtt se ha referido al Auschwitz y al  Gulag estalinista como ejemplos de totalitarismos dentro de los cuales se agita el racismo, la pugna entre capitalistas y proletarios, el odio como principio del derrumbe de naciones y heridas mortales entre los individuos.
En el caso que nos ocupa la ambición hizo oscurecer la luminosidad de una urbe en el sentido de punto de partida en la interpretación del trato y el contrato y el
desprestigio en aras de la supremacía, el predominio y la mezquindad.
Una cuidadosa relectura de la pequeña obra de Kant (“La Paz Perpetua”) nos hace penetrar en la profundidad y en las condiciones que propician la paz, el sueño anhelado y el afán milenario por la justicia, la equidad y el igualitarismo, y la solidaridad frente al propósito desmedido de supremacía y la finalidad de lucro en nombre del sueño de oportunidad para todos, y de la  equidad entre poderosos y débiles.
Oriente y Occidente vuelven a contraponerse. El bloque socialista trata de recuperar su sitio, como supuesto imperio, desde el cual tremola la lucha de clases, mientras la comunidad encabezada por los Estados Unidos y secundada por Francia, Inglaterra y Alemania en el Viejo Continente, muestra su rechazo a los valores que les dieron lustre y poderes omnímodos.