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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 23 de septiembre de 2013

JOSÉ FRANCISCO RUIZ MASSIEU: UN LÍDER EN NUESTRO TIEMPO




Prolifera el síndrome de hastío y agobio en la sociedad. “Dadme un líder”,  es el reclamo ante la cadena peripecias sin fin: un líder capaz de conducir con el aval de las mayorías. Es decir, un estadista con la capacidad de ir de las palabras a los hechos, evocando al guerrerense José Francisco Ruiz Massieu, quien hizo la distinción entre liderazgo y dirigencia al trazar el perfil de Luis Donaldo Colosio, entonces abanderado presidencial y blanco de la cobarde ambición.
Era el sonorense un líder dispuesto, preparado y resuelto a cambiar sustancialmente el destino del país con la voluntad de todos los mexicanos, por medio de reformas políticas, financieras y laborales. Era el líder que encarnaba, en la imagen y la presencia, la esperanza y el optimismo en los años y días del México finisecular.
En el mes de marzo, a finales de aquel fatídico 1994, Colosio había sido herido de muerte en Tijuana. Y en septiembre, hará pronto dos décadas, José Francisco sería víctima en el corazón urbano del Distrito Federal de la crueldad acumulada en la mente y el corazón de los enfermos de pode ry de sus asociados para llevar a cabo el proditorio crimen.
El primero, Luis Donaldo, contaba con la adhesión, los sufragios ganados por la vía de la persuasión y el convencimiento popular, y con la adhesión adelantada de la mayoría de los electores. El segundo, Ruiz Massieu, era ya la figura que emergía desde las filas de su Partido, el PRI, para dar continuidad al sueño político que el sonorense, haciendo eco de la proclama de Luther King, compartía con los mexicanos víctimas de la simulación y el engaño por parte de quienes, con piel de administradores,simuladores a fin de tutelar los bienes de la Nación, habían sumido al país en la más abyecta de las pobrezas: la del espíritu y la material.
El ex mandatario de Guerrero había hecho obra reformista, mostrando y demostrando que la democracia es un asunto de compromiso, de lucha abierta y frontal, de bregar cuesta arriba, sin inhibiciones por el qué dirán. Promovió leyes, iniciativas y actuó con mano firme y eficaz, yendo de las propuestas de campaña al terreno de la experiencia política; de la palabra a las realizaciones, del compromiso verbal a las acciones públicas.Líder en su Entidad, émulo del conductor social que no teme la confrontación de ideas y proyectos, que da al poder impulso, vigor a toda prueba e inspiración para solventar las dificultades, José Francisco se preparaba para ser el coprotagonista en el sueño de su correligionario a fin de hacer del lema  de la modernización de México una bandera en alto, símbolo de la reconquista de los ideales que habrían de transformar a México en la antesala del siglo XXI.
Un  seguidor suyo, discípulo leal en la amistad y en el quehacer político, Israel Soberanis, al día diligente funcionario en FONATUR, lo evocaba en los días febriles y acuciantes de su administración en Chilpancingo como el incansable promotor de ideas, proyectos y propuestas, guiando su vehículo y dictando en la grabadora el borrador de su inmediata intervención. O bien, preparando materiales, decía, para su conferencia o comentario editorial, dado que para el funcionario público, el otrora catedrático y autor de libros, el apremio del tiempo y la carga de tareas no era nunca óbice para el ocio mal habido o la distracción efímera.

Los tiempos que corren dan pie para hacer lugar al crecimiento de líderes con similar disposición y arrojo para dar un giro, golpe de timón o vigorosa sacudida en todo el organismo social del que formamos parte. Un líder a semejanza del reclamo popular, habida cuenta que se agotó ya el tiempo de los malos administradores, saqueadores de los bienes y las esperanzas de la Nación.