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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







sábado, 9 de junio de 2012

LLEGA, AL FIN, LA HORA DE LA VERDAD

A sólo dos semanas de las elecciones, el país da la impresión de aproximarse a una fuerte conmoción cívica que, tal vez, lo haga despertar de su largo ensueño. Tapizadas de propaganda, hasta no más decir, calles y fachadas, sin descontar la presencia de apabullantes espectaculares, el carnaval político, estridente y turbador, llega a su fin para dar paso a la verdad. Los debates y la guerra de dimes y diretes están a la orden del día. La pasión ideológica hace explosión y ya invade todo espacio, habido y por haber, sin respetar privacidad alguna o de orden público. La retórica de los contendientes no persuade y suscita más dudas, recelos y rechazo en las conciencias que lo que, ilusamente, se proponen sus actores. La polémica es “de nomine”, pues no hay propuestas dignas de esa denominación. A cambio, hay desahogo visceral, inculpaciones al por mayor; en fin, argumentaciones “ad hominem”, contra la persona, como táctica para golpear al adversario. Se ocurre pensar que los organizadores son gente con una enorme capacidad histriónica para divertir y distraer a los sufridos y hasta resignados oyentes. Sin haber entrenado a sus púgiles y aprendices de gladiadores, los han lanzado a la arena con el malévolo propósito de que gane el menos malo, pero no el mejor, ya que no habría, al final de cuentas, a quien apostarle con afán de salir bien librado al término de la pelea. Buenos retóricos, merecedores de ese nombre serían, frente a frente de los retos que abruman al país, aquellos que saliéndose de peteneras, de las ataduras que les imponen sus promotores y nos dijeran qué harían, en el remoto caso de llegar a Los Pinos, para resolver urgencias que apremian que nos han situado en el cabús del subdesarrollo. ¿Qué propone la representante del PAN ante el derrumbe del federalismo político y económico propiciado por Calderón Hinojosa? ¿Qué promete el priista, vencedor a priori en las encuestas, para corregir la acción de sus correligionarios, antecesores entreguistas (léase Salinas de Gortari y Zedillo Ponce de León), que desmantelaron el ejido y los ferrocarriles, heredaron pobreza, desempleo y endeudamiento? ¿Cómo piensa restituir entre la población seguridad jurídica y seguridad pública el líder del izquierdismo, si en su discurso predomina la desconfianza a las instituciones, y envía fogoso mensaje de justicia por mano propia a espaldas del Derecho, en el caso de fraude electoral? A semejanza de hace cien años, hay efervescencia en las calles, los recintos de estudio y reflexión, en las espacios mediáticos; en los templos y en los zócalos de ciudades importantes. En los últimos días, el fervor de alumnos inscritos en centros, públicos y privados, se contagia entre hombres y mujeres de edad madura, avanzada y de la tercera edad, para expresar con mayor o menor ímpetu, sus puntos de vista, opiniones y esperanzas. Decir lo que se quiera, menos razonar es el lema. Pero a diferencia de lo que ocurría en los estertores de la dictadura del político oaxaqueño, la violencia, no la paz porfiriana, impera en los poblados marginados, las ciudades intermedias y las urbes otrora progresistas. La nación en disputa, es decir, la nación en pelea por obtener el poder se sigue deshaciendo en manos del partido en la Presidencia. Muere toda esperanza y mueren los indígenas e indigentes en las zonas marginadas del país. Mientras tanto, se refrenda con lujo de procacidad el veto presidencial que niega auxilio en las zonas devastadas de Chihuahua, Durango, San Luis, Guerrero y muchas otras entidades más. El anarquismo de Estado, a la cabeza el gobernador Padrés de Sonora, prosigue incólume, haciendo de las suyas. La paz no está ni en las calles ni en los corazones, con la admonición de don Francisco Bulnes.