Por
Federico Osorio Altúzar
El 12 de febrero se cumplió
un aniversario más de Manuel Kant, el filósofo de la Ilustración. Nació el 22
de abril de 1724 y murió en la fecha mencionada, en l804. A 208 años de su
deceso, continúa investido de la inmortalidad que sólo corresponde a quienes,
como él, han contribuido en hacer más luminoso, comprensible y digno de ser
vivido este planeta.
El título de este comentario
“Lecciones de Kant para hoy” lo tomo del libro de la Dra. Dulce María Granja,
publicado en 2010 por la Universidad Metropolitana en coedición con Editorial
Anthropos, de Barcelona.
Elocuente desde el punto de
vista de la semántica filosófica expresa, con notable lucidez, los límites y el
alcance del proyecto kantiano, su
vigencia y eficacia cultural y educativa.
Dulce María Granja,
investigadora y maestra universitaria, asume con esmero, tenacidad y
profesionalismo en la cátedra y en la página impresa la misión de difundir en
español el legado del más universal de los pensadores modernos, con genuino
“eros” pedagógico, a través de sus eruditas traducciones con las que incrementa
el prestigio del FCE: “Crítica de la
razón práctica”, “Los progresos de la metafísica”, De la Crítica a la filosofía
de la religión (en Anthropos)
Su libro está concebido en términos de una
introducción o síntesis del sistema filosófico kantiano a partir de los tres
rubros enunciados por el fundador del idealismo crítico: ¿Qué puedo saber? ¿Qué
debo hacer? Y ¿Qué me es permitido esperar?
Sin duda, los lectores decidirán por su cuenta
sobre el contenido de las respuestas a que conduce tras la lectura o
relectura de Kant, de acuerdo con el
ensayo, sugerente de suyo, de Michel Foucault,
quien asimismo propone, con ese propósito, su análisis desde la
perspectiva de la antropología en sentido pragmático.
La doctora Granja, por
cierto, me ha producido en lo personal horas de grata reflexión al hacer
propia, desde la particular meditación, la indagación de algunos temas de la
filosofía en Kant. Al mismo tiempo, me hace recordar las enseñanzas sabias,
generosas e imperecederas de mi maestro, don Guillermo Héctor Rodríguez, así
como las inolvidables cátedras de Francisco Larroyo, Eli de Gortari, Bernabé
Navarro y Robert S. Hartman, lo mismo que las esclarecedoras y amenas pláticas
con Fausto Terrazas, Ariel Peralta, Ulises Schmill, Francisco Duarte Amaya,
Luis Bojórquez Castro. Las charlas entre amigos y colegas: Enrique Moreno
Armenta, Amadeo Peralta Adame, Octavio Hernández León, José Herrera Madrigal. Y
tantos más.
“Lecciones de Kant para Hoy”,
me trae a la mente el pizarrón con el listado de profesores y materias en la
Facultad de Filosofía y Letras. Ahí, en el rubro Filosofía de los Siglos XIX y XX, a cargo de G. H.
Rodríguez, se podía leer el subtítulo “Conocer es crear o Conocer es reproducir”.
Su relectura estimula vivencias: polémicas de nuestro maestro con Rechasén
Siches, P. Romanell; R. Hartman, Emilio
Uranga, Miguel Bueno…
Objetivamente, Manuel Kant ha
vuelto, como los sofistas Protágoras, Gorgias y el círculo de aquella primera
Ilustración en Occidente, con Sócrates en el siglo V de Pericles. Así ha vuelto
Kant a plena luz, a la vida palpitante y a la polémica, a la erística y a la
enseñanza de la filosofía en universidades y extramuros. Está entre nosotros
como los atomistas, con Einstein. Así Kant con Natorp y Cassirer; Hans Kelsen,
Weber y
algunos más.
La generación de los sofistas
junto con Sócrates, por cierto, tienen en lengua española a varios apologistas
de la valía de Solana Dueso, Samaranch
Kirner; en francés a Jaqueline Romilly y M. Onfray. Pero Grote brilla en
soledad inmerecida.
De Kant cabría citar, en este
aniversario, lo que De Quincey escribió en “Los últimos días de Kant”: “Paz a
sus restos. Honor eterno a su memoria”.