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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







lunes, 20 de febrero de 2012

GESTALT: EL ARTE DE VENCER LA AFLICCIÓN Y LA INSEGURIDAD




                                                       Por Federico Osorio Altúzar

Los tiempos que corren son de inestabilidad física y mental. No es sólo la ansiedad el único síntoma que aqueja a la sociedad. Sobre los individuos y  las familias se ciernen males que amenazan con minar los átomos del cuerpo y los del espíritu, con furia tal que predominan los pronósticos sombríos y pesimistas. A la tristeza y el sufrimiento se añaden calamidades como la aflicción y la frustración a causa de la inseguridad, haciéndonos recordar a estudiosos, psicoanalistas y psicólogos de fama universal, entre otros a K. Frank, E. Fromm y K. Horney, que se refieren a la sociedad como paciente requerida ésta de atención oportuna y eficaz, tomando en cuenta a los individuos como prioridad.
Tecnólogos en el sentido de expertos y profesionales de la salud encaran, día a día, el ejercicio de su actividad con recursos y métodos, producto de la experiencia clínica y de la observación en gabinete.
La técnica de la Gestalt, cuya presencia data de hace poco más de medio siglo, adquiere  prestigio y actualidad ante la crecida demanda de cuidado profesional por motivos de pérdida de equilibrio psíquico caracterizada por la crisis social de nuestros días, principalmente por el embate de la criminalidad y la consiguiente desorganización de las instituciones públicas, lo cual origina indefensión y desamparo, frustración y ansiedad.
Nacida hace un siglo en tiempos, asimismo complejos, en el entorno de la preguerra en donde tenía lugar la expresión de un pesimismo desgarrador que produjo tres décadas después filosofías de la existencia (Jaspers y Sartre, precedidos por Nietzsche y Kierkegaard)), la psicología de la Gestalt tiende responde a urgencias apremiantes: lograr la restitución de la concordia consigo mismo, alentar la identificación individual con arreglo a principios ético-sociales; la procuración de felicidad entendida como búsqueda permanente y el establecimiento de fines y medios con el propósito de vivir y convivir en paz, serenidad y tranquilidad de espíritu. Todo ello acotado por el “aquí y ahora”. 
En reciente ceremonia académica efectuada en la sede de la Universidad Gestalt, el mensaje de la egresada de maestría en dicha especialidad, María Ivett Clark Perla, ex alumna del Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), evocó en su discurso la introducción de la psicología de la Gestalt en México, por mediación de la doctora Evelyn Lowenstern, Vicerrectora Académica, y con apoyo del rector Héctor Salama, en el citado centro de educación superior. Encomió la psicóloga Clark Perla las técnicas terapéuticas que ahí le fueron impartidas; subrayó, además, el papel profesional que tiene el psicólogo especialista en el ámbito social, cuya responsabilidad, talento y dedicación se mide a través de resultados positivos a fin de mitigar y erradicar dolores, aflicciones y sufrimientos que, como los del cuerpo, minan la armonía y el entendimiento consigo mismo. En este sentido, la psicología de la Gestalt ocupa un sitio de vanguardia en el escenario actual.
En los tiempos perturbadores que corren, la  retórica encubridora y falaz es fuente de malestar y confusión; contribuye a contaminar los átomos somáticos lo mismo que los átomos del alma. Así, frente a la propaganda masiva de mentiras demagógicas, publicidad sobre curaciones milagrosas y venta de paraísos perdidos o rescatados, son bienvenidas las técnicas terapéuticas calificadas, aplicadas con oportunidad y certeza; rigor científico, valor y eficacia comprobados por la estadística psicológica y de medicina social.
La sociedad como paciente está urgida de la intervención técnica y profesional, útil para eliminar prejuicios, conjeturas mágicas y presunciones proféticas o adivinatorias que sólo sirven a objetivos de predominio, opresión y esclavitud ideológica organizada.